Piratería moderna en Latinoamérica. ¿Estamos en una nueva edad de oro para los piratas en el Caribe?

AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE UNA LARGA HISTORIA DE LUCHA CONTRA LA PIRATERÍA

La piratería es una actividad que ha existido desde hace milenios y ha afectado a prácticamente a todos los continentes, los primeros registros de piratería datan del siglo V a.c. en la llamada costa de los piratas en el Golfo Pérsico. Además, son famosas las historias de reinas ilirias saqueando barcos romanos e infames los saqueos piratas en lo que hoy es el Golfo de México y el Caribe. Es más, en esta actividad hay historias tan sorprendentes como la de Zhèng Shì, la pirata más exitosa de la historia, quien llegó a liderar una coalición pirata de al menos 2.000 barcos y más de 70.000 piratas que asolaron el Mar de China en el siglo XIX, capturando incluso tres capitanes británicos.  

Tal vez el periodo más conocido de la piratería ocurrió entre el siglo XVI al XIX, momento en que los corsarios, piratas y bucaneros, quienes normalmente respondían a reinos europeos contendientes principalmente de España, recorrieron las aguas de la península de Yucatán, atacando los buques mercantes españoles que transportaban mercancías hacia España, en busca principalmente de la plata proveniente del interior de México y la actual Bolivia y el oro extraído de diferentes partes Imperio. Esta actividad fue tan intensa que llevó a la construcción de fortificaciones a lo largo del Caribe y el Pacífico y a la implementación de convoyes de vigilancia que acompañaban a los barcos mercantes españoles en su camino desde América hasta la península. Sin embargo, a pesar de esta larga tradición de actividad pirata en las aguas territoriales del  golfo de México y el Caribe, durante décadas la piratería en estas zonas había prácticamente desaparecido, concentrándose principalmente en las aguas cercanas a la costa de Somalia y los saturados  mares del sureste asiático.

La piratería en Somalia que es tal vez la más conocida, pues se ha convertido desde los años 90 en uno de los mayores peligros para el comercio internacional, produciendo perdidas a empresas y aseguradoras por valor de unos 8.400 millones de dólares, en los más de 275 barcos abordados solo en 2011. Algunos de los factores que explican el aumento acelerado de la piratería en África según el Real Instituto el Cano, son las guerras civiles, la hambruna y principalmente la pérdida de recursos pesqueros de los que depende la economía y alimentación de las comunidades costeras en países subdesarrollados. Así, el Grupo de Supervisión para Somalia de Naciones Unidas, advierte que la depredación sistemática de la zona económica exclusiva que corresponde al Estado somalí por parte de industrias ilegales, la destrucción del ecosistema marino del Cuerno de África a causa de la sobre explotación y la descarga de sustancias tóxicas, incluidos residuos nucleares, mantendrá activa la piratería en la región a causa de la combinación de Estados fallidos, guerras internas, falta de oportunidades, hambre y pesca ilegal de escala industrial contra la cual las comunidades locales no pueden competir.

Parte de este fenómeno se explica en palabras de la Comisión Europea, por el hecho de que cerca del 50% del total de la pesca de países como Somalia, Liberia y Guinea es llevada a cabo de manera ilegal. A raíz de esto, cientos de personas se abocaron a la piratería en Somalia, generando un problema tan grande para el 2011, que sólo pudo ser contenido por la intervención de una coalición de fuerzas navales de 33 países, los cuales coordinaron acciones para mantener bajo control la zona a través de una vigilancia constante.

LA PIRATERÍA MODERNA EN AMÉRICA LATINA

En mayo de 2020, el gobierno de Estados Unidos emitió una alerta de seguridad especial acerca del peligro de piratas en aguas del Golfo de México, particularmente en la zona de la bahía de Campeche, donde los pozos petroleros de alta mar están concentrados. Según este informe, al menos 20 embarcaciones pesqueras y 35 plataformas petroleras y buques de suministro han sido atacados por ‘piratas’ y ladrones armados desde enero de 2018 en aguas mexicanas, ocurriendo por lo menos cinco de estos ataques en abril de 2020 (aunque según este informe las cifras podrían ser muchísimo más altas).

Uno de los ataques más sonados, ocurrió en 2019 cuando un grupo de piratas, abro comillas, ‘’salieron de la oscuridad, saltaron a bordo de un buque de suministro con bandera italiana cerca de la costa mexicana. Y Con las armas desenfundadas, los ocho atacantes trabajaron rápidamente, tomaron como rehenes a los miembros de la tripulación mientras saqueaban la embarcación y se llevaban pertenencias personales y equipo’’. En resumen, una película de piratas en toda regla.

En su mayoría los ataques han sido dirigidos a embarcaciones y plataformas de alta mar asociadas con la industria del petróleo mexicano, dinámica que añade otra carga más a las fuerzas de seguridad mexicanas, ya superadas en la actualidad por el narcotráfico y los diversos grupos delincuenciales en tierra firme. Además, esta serie de sucesos amenazan con debilitar aún más los deseos de inversionistas internacionales de traer su dinero a México, en un contexto turbulento como el planteado por la pandemia actual que podría sumergir al país en una crisis económica en cualquier momento.

Normalmente, los piratas se concentran en robar el dinero, celulares, computadoras y otros objetos valiosos a los miembros de la tripulación, pero también se han llevado de las embarcaciones equipo sofisticado de comunicación y navegación, combustible, motores, tanques de oxígeno, material de construcción, herramientas, máquinas, cable de cobre, extinguidores, equipos de respiración autónoma usados para la seguridad de los empleados en caso de una fuga de gas, módulos y consolas cuya función consiste en controlar la presión de los pozos petroleros y hasta las luces del área de aterrizaje para helicópteros. Todo esto ha generado un próspero mercado negro en la región que se alimenta de los robos en aguas territoriales mexicanas y centro americanas.

Entre 2016 y 2018, los ataques de piratas a embarcaciones comerciales en México se incrementaron 316%, según datos de la Marina Mercante. El promedio mensual de robos a buques en 2018 según esta institución fue de 144 casos, mientras que en 2017 fue de solo de 48. Por su parte, en 2019 se registraron al menos 167 ataques, sin que se produjese ni un solo detenido. No obstante, con seguridad estas cifras son un sub registro de los ataques, puesto que como dice La Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos, “muchos incidentes” de piratería no son reportados por una variedad de razones, entre las que se encuentra que las empresas no desean notificar a una aseguradora, eludir una investigación de las autoridades o simplemente miedo a las represarías.

Así, según La Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte, los casos de robos y asaltos en la bahía de Campeche podrían ascender hasta 180 solo en 2019. Esto se debe a que la piratería y el robo en el mar están empezando a ser vistos cada vez más comúnmente, como una oportunidad de crecimiento por parte de las organizaciones criminales internacionales. Sin embargo, para muchos expertos resulta claro que los problemas económicos que estamos viendo a nivel mundial, pueden desembocar en un aumento significativo de esta actividad.

Para alcanzar a los botes o plataformas petroleras, los piratas viajan en dos o más botes pequeños equipados con poderosos motores fuera de borda y tripulados por hasta 14 hombres cada uno, los cuales les permiten alcanzar sus objetivos y huir rápidamente antes de que las fuerzas de seguridad puedan reaccionar. Según algunos informes, estos piratas cuentan incluso con radios capaces de interceptar o recibir comunicaciones aéreas. La efectividad con la que muchos de estos grupos operan, ha llevado incluso a pensar a la Secretaria de la Marina de México que los atacantes actúan en complicidad con algunos miembros de la tripulación.  

Ahora bien, el barco italiano que hemos mencionado anteriormente, es solo uno de los seis barcos que han sido abordadas desde finales del año pasado en México, siendo afectadas también embarcaciones registradas en Gibraltar, Dinamarca, Panamá y los Emiratos Árabes Unidos. Aun así, el barco italiano llamado Remas, ya ha sido atacado dos veces en cinco meses, siendo el primer abordaje el más violento al dejar 2 tripulantes heridos, uno de ellos de bala, el cual tuvo que ser evacuado por la Marina.  

Uno de los peores efectos de la piratería en las poblaciones locales de lugares como Tabasco, es que estos delincuentes se hacen pasar por pescadores para atacar las bases petroleras y los barcos, razón por la cual el gobierno mexicano ha decidido implementar una restricción de pesca a 1,500 kilómetros de las plataformas petroleras, al no poderse distinguir entre un bote pesquero y uno pirata.  Ahora bien, pese a que este tipo de medidas pueden ser efectivas, los pescadores tabasqueños están viendo cada vez más reducida su área de trabajo a causa de la expansión de la industria petrolera, siendo obligados a ir cada vez más lejos mar adentro. El problema viene cuando notamos que dichos pescadores son aun más vulnerables a ataques piratas en estas aguas, puesto que dichos grupos también van en busca de los motores, geo localizadores y carga de los pescadores.

Paralelamente, ha surgido una discusión acerca de la efectividad y motivación de este tipo de medidas, pues según Joaquín Madrigal Olán, líder de la Federación de Sociedades Cooperativas Pesqueras y Acuícolas, “El Faro”, estas medidas “En realidad están encubriendo a quienes se dedican a desfalcar las plataformas petroleras, mientras se justifican deteniendo a los pescadores”. No obstante, Joaquín admite que el hecho de que la mayoría de los pescadores mexicanos siguen siendo artesanales, hace que no posean instrumentos adecuados para la pesca que ayuden a las autoridades a diferenciarlos de una amenaza real. En todo caso, luego de la aplicación de dichos perímetros, desde 2018 la actividad pesquera de Tabasco se ha reducido en al menos un 50%, lo que podría acarrear un aumento significativo de la piratería.

Tal vez uno de los elementos que más ha incentivado esta práctica, es que en muy pocos casos los actos de piratería en México han terminado en arrestos, aquello ha creado un aura de impunidad, donde los criminales evidentemente saben que pueden seguir cometiendo crímenes. Por otro lado, según la Oficina Marítima Internacional establecida en 1992, la cual está encargada de ofrecer un servicio gratuito las 24 horas para que los capitanes de barcos denuncien ataques de piratas, robo a mano armada o incidentes de polizón, existen además de México tres puntos claves del continente afectados continuamente por los ataques piratas, estando concentrados la mayoría de los incidentes en Puerto Príncipe (Haití), el Callao (Perú) y Puerto La Cruz y Puerto José en Venezuela. Otro puerto a destacar sería el de Guayaquil en Ecuador que, a pesar de ser el tercer puerto con más flujo marítimo de Latinoamérica, está presentando continuos ataques y robos a barcos en sus aguas territoriales y en los muelles.   

Aun con todo, en el sur del continente Venezuela es el epicentro de la mayor cantidad de ataques piratas, teniendo la particularidad de ser mucho más violentos que los ocurridos en México. Diversos expertos coinciden en que este rebrote de la piratería en el Caribe, responde a la gravísima crisis económica y social que enfrenta Venezuela. Según un informe sobre la piratería en el mundo elaborado por la ONG One Earth Future, el año pasado se registraron 71 asaltos de este tipo en el Caribe, la mayoría de ellos en el litoral venezolano. Esto constituye un aumento del 163% respecto a los 27 ocurridos en 2016.

En su informe titulado Océanos más allá de la piratería, la ONG expresa que la situación que se vive en Venezuela tiene ciertos parecidos con la que vive Somalia tras los efectos de la guerra civil y las hambrunas que experimenta el país desde 2009. Por esta razón, el deterioro del nivel de vida en las zonas costeras del Caribe y la poca presencia estatal en estos lugares, ha facilitado que en los últimos años se registren denuncias de actos de piratería en Honduras, Nicaragua, Haití y Santa Lucía, pero nunca en más cantidad que los presentados en las costas venezolanas.

En Venezuela, los primeros actos de piratería moderna comenzaron con el robo de lujosos yates que recorrían las aguas de las paradisiacas islas cercanas a las costas de Guyana y Trinidad. Al respecto, las investigaciones policiales arrojaron que los perpetradores de los asaltos eran pescadores de la región venezolana de Sucre, los cuales se encontraban asolados por la hiperinflación y la escasez de alimentos y otros productos básicos. Al principio estos pescadores se reunieron en grupos dedicados a contrabandear comida y pañales, pero rápidamente incursionaron en el transporte de drogas, robo y asalto en toda la costa del país.

En resumen, en palabras del diario The Telegraph en el Caribe existe un nivel continuo de criminalidad, en parte alimentado con drogas, el cual ahora se está extendiendo por las costas de Venezuela a raíz de la crisis económica, tal y como ocurrió en las aguas somalíes una década atrás. Sin embargo, en Venezuela y el Caribe aún no hay presencia de grandes grupos de piratas y estos no tienen acceso a las embarcaciones y armas necesarias para amenazar a los grandes cargueros o yates veloces.

Ahora bien, las aguas venezolanas no siempre tuvieron este enorme problema de seguridad, puesto que a fines de la década de 1980 su industria pesquera estaba en auge, al punto de convertir a Venezuela en el cuarto mayor productor de atún del mundo. No obstante, con las olas de nacionalización impulsadas por Chávez durante su mandato, la empresa Pelscapa que era la compañía pesquera más grande de Venezuela, sufrió un largo proceso de corrupción estatal, mala gestión y clientelismo que condujeron a un colapso completo de una antes prospera industria pesquera en el país.

Esto llevó a que las empresas privadas desaparecieron casi por completo de los muelles, en una dinámica que eliminó la fuente de subsistencia para cientos de familias, las cuales vieron en la piratería una oportunidad para adquirir bienes, alimentos y divisas extranjeras. Además, el poder de estas organizaciones sigue creciendo cada vez más, debido a que hay serios indicios de que se está presentando una estrecha relación entre estos grupos y militares y políticos venezolanos corruptos, generándose redes delincuenciales que incluyen bandas de narcotraficantes y piratas que actúan como mulas en el transporte de drogas.

Tres de los países más afectados por todos estos fenómenos son Trinidad y Tobago, Surinam y Guyana, quienes se encuentran muy cerca de las costas venezolanas. En estos países, se está incrementando progresivamente el crimen desde los años 80, debido a que estas islas han sido tradicionalmente usadas por los narcotraficantes colombianos y venezolanos para operar en el Caribe, en su camino para llegar a México y los Estados Unidos. Esta actividad está ahora siendo combinada con piratería, robo a gran escala, comercio de armas y animales exóticos y hasta trata de mujeres, muchas veces canjeadas por comida.

Las pérdidas por esta actividad superaron en 2017 el millón de dólares, mientras que diversos ataques han dejado 16 pescadores desaparecidos y muertos en la costa atlántica de Surinam. Esto sucedió cuando cuatro barcos que transportaban un total de 20 pescadores, fueron asaltados por hombres armados que rociaron a las tripulaciones con aceite caliente, hirieron a varias personas con machetes e hicieron saltar por la borda a la totalidad de la tripulación, muchos de ellos con objetos pesados atados a los pies. Al final de este lamentable episodio que fue calificado como una masacre, solo 5 pescadores lograron sobrevivir.

Ahora bien, aunque los episodios de piratería en Latinoamérica no llegan a estar ni remotamente cerca a los daños materiales que provocaron en África, donde se estiman pérdidas de 8.400 millones de dólares, es evidente que la piratería es un problema en creciente desarrollo que los gobiernos tendrán que abordar eficazmente lo más pronto posible.

¿QUÉ PERSPECTIVA DE FUTURO LE ESPERA A LATINOAMÉRICA DE CARA A LA PIRATERÍA?

La ausencia de un gobierno efectivo, los problemas democráticos y las crisis económicas en diferentes países de Latinoamérica, están generando el contexto adecuado para que los grupos al margen de la ley, tomen altos niveles de poder e influencia en la región. En consecuencia, con el aumento desbordado de la criminalidad en México, la crisis absoluta en Venezuela, el progresivo fracaso de los acuerdos de paz en Colombia y los problemas económicos de Centro América, los ataques de piratería pueden estar destinados a multiplicarse, ser más violentos y desembocar en más encuentros letales.

De cumplirse este escenario, es especialmente preocupante la posición de Estados como Guyana, Surinam y Trinidad y Tobago, quienes no cuentan con los recursos necesarios para afrontar la inestabilidad provocada por sus países vecinos. Esta situación se agrava si tenemos en cuenta que la economía de estos países está centrada en las actividades marítimas, siéndoles imposible afrontar un aumento desbordado de los riesgos en sus aguas territoriales que bloquee por ejemplo su economía pesquera. Por esta razón, algunos expertos piden la implementación de una flota al mando de una coalición de países al estilo de la implementada en el Cuerno de África, con el fin de mantener la seguridad de la región frente a un eventual colapso del Régimen de Maduro.

Adicionalmente, los estudiosos de la piratería marina advierten que la pandemia del COVID-19, podría magnificar las causas que posibilitaron en primer lugar el aumento de la piratería, disparando los casos en los próximos meses y años. Una de las causas principales para que esto suceda, es que los países latinoamericanos asfixiados por la crisis económica y la necesidad de enfocar sus recursos en temas de salud pública, necesariamente tendrán que descuidar la vigilancia de sus aguas territoriales, creando un escenario ideal para la piratería marítima. Del mismo modo, dada la reducción del consumo a nivel mundial y por ende la baja en los ingresos en las compañías navieras, será para ellas mucho más difícil equipar a sus naves con los guardias armados y modificaciones necesarias para defenderse de los ataques, convirtiéndose en un blanco fácil. Aunque el caso de Latinoamérica aún no se encuentra en el mismo nivel de deterioro institucional, social y económico que Somalia, en virtud de la evolución de los acontecimientos actuales no es descabellado pensar en que se están sentando las bases para que algo parecido al caso somalí o yemení suceda en la región.

1 comentario en “Piratería moderna en Latinoamérica. ¿Estamos en una nueva edad de oro para los piratas en el Caribe?”

  1. Excelente articulo sobre la piratería en américa latina y mas sobre lo que sucede en las costas venezolanas, hago mención que no solo estos piratas atacan embarcaciones de lujo y tienen el narco trafico como parte de sus andanzas, estos delincuentes llegan a las costas y saquean conjuntos residenciales sometiendo a las personas y robando todo lo que se les presentan mas en las costas de Higuerote, Rio Chico y otras de loas costas Mirandinas (estado Miranda).

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