Historia de Tokio. Parte 5

Del milagro japonés a la década pérdida

Luego de la catástrofe que significó para Tokio el final de la Segunda Guerra Mundial y los duros primeros años de la ocupación estadounidense, en la década de los 60 Japón vivió una época de oro gracias a tres factores principales:

1. La capacidad y predilección de sus habitantes por el ahorro que luego se reinvirtió en el sector productivo.

2. Su excelente sistema educativo que ya incluía la educación primaria universal y estaba reforzada por buenas universidades, centros de investigación y academias, las cuales convirtieron a los trabajadores japoneses en los más formados de todo el continente asiático.

3. La vocación para el trabajo de la población japonesa que estaba dispuesta a trabajar más horas y más duro por el bien de sus empresas, lo cual generó baja conflictividad laboral, disciplina de trabajo, competitividad y alza en la productividad. No obstante, esto también provocó efectos colaterales como la muerte por exceso de trabajo o karoshi, la cual se ha convertido en un problema de salud pública en Japón.

4. El privilegio de la innovación tecnológica, junto a la fabricación o mejora de los diseños de todo tipo de electrodomésticos que eran vendidos a precios más bajos. A su vez, Las empresas japonesas implementaron conceptos empresariales novedosos como la experiencia de usuario y la miniaturización de los productos.

Walkman
Radio miniatura
Muerte por exceso de trabajo o karoshi

Por su parte, la desaparición de muchos Zaibatsu que son grades grupos de empresas al mando de unas pocas familias presentes en casi todos los sectores económicos de Japón, permitió la aparición de muchas medianas y pequeñas empresas. Asimismo, el gobierno japonés logró mantener baja la inflación, limitó el crecimiento del Estado, se promocionaron determinadas industrias para impulsar el crecimiento de la economía, se mantuvo a raya la deuda, entre otra serie de medidas que impulsaron el crecimiento. Tal vez la muestra más interesante de este proceso, fue el plan del primer ministro Hayato Ikeda de duplicar en solo 10 años el tamaño de la economía de Japón, teniendo que mantener para ello un crecimiento anual del 7.2 %. La mayoría de analistas económicos internacionales vieron esta propuesta como algo irreal, pero para sorpresa de todos al finalizar los diez años Japón había multiplicado su economía por 2.8, manteniendo un crecimiento promedio anual del 9.3 %. Además, el PIB japonés creció cuatro veces más, mientras que en comparación con 1953, para 1973 la economía japonesa era 5 veces más grande. Para esta época, Japón era el mayor tenedor de activos del mundo y el mayor proveedor de ayuda humanitaria.

Milagro económico japonés

De igual manera, Tokio experimentó el aumento de distritos con negocios abiertos las 24 horas como Roppongi, Shinbashi y Ginza, donde muchos japoneses hacían gala de su riqueza gracias a una enorme confianza por el futuro económico nipón, la cual se vio reflejada en el hombre con traje de negocios como símbolo del milagro japonés. Igualmente, era común ver a jóvenes mujeres vestidas con lujosos kimonos de seda que combinaban la tradición japonesa y la alta costura europea, disfrutando de bares muy representativos como Platinum, Monaco y Club Royale. Asimismo, desde entonces comenzaron a aparecer bares tremendamente particulares, donde entre otras cosas se servían whiskies de malta puros, vertidos sobre trozos de hielo cortados de los glaciares de Alaska. En estos bares se animaba a los clientes a escuchar el crujido y el silbido de la liberación del oxígeno, que se encontraba dentro de un hielo con diez mil años de antigüedad.

Esto daría paso al gusto de Japón por los restaurantes temáticos entre los que podemos encontrar:

Kawaii Monster Café
The Lock-Up
Vampire Cafe
Tetsudo Izakaya Little TGV y el Niagara
Cafeterías de animales
Maid Cafes y las cafeterías de mayordomos
N3331 Café
Kyoumachi Koi Shigure
Hana no mai Ryogoku

La bonanza económica era tal que entre 1986 y 1989, la capacidad adquisitiva japonesa era tal que muchos grandes magnates se volcaron a comprar pinturas icónicas en el mundo (entre ellas obras de Van Gogh), con el fin de tener inversiones seguras que no se devaluaran con el tiempo. Por su parte, tal vez la imagen más emblemática de la época del milagro japonés y el desarrollo urbanístico de este periodo es el cruce de Shibuya, considerado el cruce de carreteras más concurrido del mundo, el cual está dominado por enormes pantallas de televisión y por una sincronización hipnotizante, donde cerca de 3.000 personas cruzan al unísono en los 47 segundos permitidos por los semáforos. Se calcula que al día un millón de personas cruzan este lugar, convirtiéndose en una de las mayores experiencias de Tokio, aunque en sus inicios no estuviera planeado para ser un destino turístico. Por consiguiente, muchos de los lugares que atraen a las personas a la ciudad se han convertido en icónicos de manera inesperada, contradiciendo incluso los planes originales de los urbanistas que diseñaron dichos espacios.

Cruce de Shibuya

No obstante, todo este crecimiento ocultaba detrás una gigantesca burbuja económica, la cual se agravó por la enorme cantidad de dinero invertido en tierras y bienes inmuebles, los cuales eran puestos como garantía para gran cantidad de préstamos que alimentaron la especulación en los mercados de valores y la compraventa de tierras. Aquello trajo consigo el problema de que los bancos prestaron un exceso de dinero respaldado en terrenos sobrevalorados, siendo un ejemplo de esto lo que sucedió con las tierras aledañas al Palacio Imperial, cuyo valor llegó a superar el costo de las propiedades inmobiliarias de todo el estado de California juntas. Igualmente, miles de trabajadores que habían creído que sus puestos de trabajo estaban garantizados de por vida, de repente se vieron envueltos en despidos masivos, mientras que los jóvenes que se graduaban de las universidades y centros de formación nipones, tuvieron que enfrentarse a la dura realidad de un mercado laboral restringido.

En consecuencia, en 1989 estalló una crisis económica reforzada por las consecuencias de la crisis del petróleo ocurrida entre 1973 y 1974, la cual obligó al Banco de Japón a elevar las tasas de interés y generar políticas que ajustaran el valor de los bienes inmuebles y la tierra. Aun así, Tokio no entró en un periodo de decadencia debido al colapso de la burbuja económica, pues su actividad productiva nunca seso de manera irreversible. Del mismo modo, a pesar de las dificultades que han existido para renovar la economía del país desde la década de los 90, el milagro japonés se convirtió en una fuente de idealización del país, lo cual atrajo todo tipo de benéficos económicos e industrias movidas por la percepción interna y externa del excepcionalísimo japonés.

Estallido de la burbuja financiera en Japón 1989

Otro acontecimiento que marcaría el año de 1989, sería la muerte del emperador Hirohito de 72 años de edad y con ello el final de la era Showa, reavivando muchas de las discusiones sobre las conquistas japonesas en Asia y el Pacífico, los crímenes de guerra, la exoneración del emperador y el rol preponderante que jugó Hirohito en la recuperación japonesa de la posguerra. Un claro ejemplo de que no existía un pensamiento único en torno al rol del sistema imperial, la decisión de no juzgar al emperador en los Juicios de Tokio y la posibilidad de que la institución imperial se disculpara por los años de la guerra, fue que mientras 200.000 personas se reunieron para acompañar el cortejo fúnebre del emperador junto a representantes de 164 países, unos 100.000 tokiotas se manifestaron en mítines que denunciaban al emperador Showa como un criminal de guerra. Aunado a esto, líderes socialistas y comunistas intentaron boicotear los rituales sintoístas que se estaban realizando, mientras que diversos artefactos explosivos estallaron en distintos puntos de la ciudad.

Cortejo fúnebre del emperador Hirohito, 1989

Algo parecido ocurrió en 1978 cuando los nombres del ex general Tojo Hideki y varios altos funcionarios acusados por crimines de guerra durante la colonización japonesa de China y Corea, fueron incluidos en el Santuario Yasukuni que honra a los soldados japoneses muertos en la era Meiji y durante el periodo expansionista de Japón. Esto causó una enorme polémica en Japón, Corea y China, pues si bien los funcionarios del santuario argumentaban que las almas de los difuntos merecían ser consagradas debido a su leal servicio a su país, muchas otras personas incluyendo las familias de las víctimas de las guerras japonesas, los defensores del pacifismo, entre otros sectores, veían en este acto un revisionismo que negaba el dolor y los horrores cometidos durante el pasado nipón. Esto fue especialmente cierto en China y Corea, países que vieron sus relaciones resentidas con Japón, debido a la actividad de las alas más radicales y nacionalistas de la sociedad nipona, las cuales defienden fervientemente un revisionismo completo de la historia de la Segunda Guerra Mundial, donde Japón no sea visto como un agresor sino como un liberador de Asia de las fuerzas occidentales. Pese a todo esto, la coronación del príncipe heredero Akihito de 55 años se llevó a cabo sin mayores complicaciones, marcando el inicio de la era Heisei que significa (paz y éxito).

Yoshihito hijo del emperador Meiji. Era Taisho o Gran Legitimidad (1912-1926)
Hirohito hijo de Yoshihito. Era Shōwa o Paz Ilustrada (1926-1989)
Akihito hijo de Hirohito. Era Heisei o éxito y paz (1989-2019)
Naruhito hijo de Akihito. Era Reiwa o hermosa armonía (2019-actualidad)
Línea de sucesión emperadores

Por último, uno de los eventos más traumáticos de los últimos tiempos en Japón, fue el atentado terrorista con gas sarín en el Metro de Tokio realizado el 20 de marzo de 1995 por la secta Aum Shinrikyō o verdad suprema, la cual contaba con decenas de miles de seguidores y combinaba desde los años 80 creencias hindúes, budistas y elementos de profecías cristianas apocalípticas. Así, cinco discípulos de la secta colocaron bolsas plásticas llenas de sarín en estado líquido en vagones del metro de Tokio, perforándolas posteriormente con la punta de un paraguas antes de abandonar el lugar. Las consecuencias de este atentado fue la muerte de trece personas y la intoxicación de 6.000 usuarios que fueron afectados en diferentes niveles por el gas, encontrándose incluso en una de las sedes de la organización un helicóptero ruso que se sospecha iba a ser usado para rociar en la capital algún agente químico o biológico. Luego de este ataque el líder de la secta Shoko Asahara fue capturado junto a otros 189 miembros, de los cuales 12 fueron condenados a muerte, aunque pese a todo su organización no fue prohibida pero se mantuvo bajo vigilancia. La posible razón para cometer este atentado fue la creencia de que la secta debía intentar reconstruir la civilización ante el inminente apocalipsis que se avecinaba.

Secta Aum Shinrikyō

La nueva concepción de Tokio

Tokio que hasta hacía poco se había convertido en una ciudad llena de industria pesada altamente contaminante, rápidamente vio como esta actividad se desplazó a las afueras de la urbe, en una dinámica que dio una nueva vocación a Tokio como una ciudad mercantil donde industrias como el entretenimiento, los servicios financieros, todo tipo de comercios y el turismo tuvieron un elevado protagonismo. Por su parte, en la posguerra Tokio se convirtió cada vez más en una ciudad horizontal donde las comunidades verticales en nuevos bloques de apartamentos privados y urbanizaciones de viviendas públicas, reemplazaron los distritos de calles estrechas y viviendas de dos pisos de la era Edo. Igualmente, la ciudad se descentralizó para convertirse en una metrópolis multimodal, alimentada por más de 900 estaciones de tren (en todo el Gran Tokio) que sirven de nexo para la gigantesca urbe.

Complejo habitacional 1960
Complejo habitacional 1970

Un proyecto en particular que nos habla de cómo las cuestiones políticas, militares y culturales afectan al diseño urbano, es la historia del distrito Roppongi, el cual es una muestra de libro de cómo puede cambiar el uso de un sector en una ciudad según el contexto histórico. Así, Roppongi pasó de ser una zona de cuarteles samurái en la era Edo, pasando a un lugar bajo control del ejército imperial en la era Meiji y un centro de control para el ejército estadounidense durante la ocupación, para finalmente convertirse en una zona cosmopolita donde la cultura marcaba la naturaleza del distrito. En este sentido, Roppongi fue epicentro del llamado proyecto Triángulo del Arte, donde las dos torres posmodernas de acero y vidrio del Museo de Arte Mori y la Tokyo Midtown, un enorme complejo que incluye centro comercial, lugares de ocio, una zona residencial y el Museo de Arte Suntory, se conectan con el Centro Nacional de Arte. A esto se sumarían más de 160 museos que dotaron a Tokio de una fuertísima industria cultural.

Kawaii Monster Café
The Lock-Up
Vampire Cafe
Kawaii Monster Café
The Lock-Up
Vampire Cafe
Roppongi a través de la historia de Tokio

Conjuntamente, el proyecto de crear en la década de 1990 en la isla artificial de Odaiba (1850), una zona comercial y recreativa vibrante en la Bahía de Tokio, sería uno de los megaproyectos más interesantes que nos muestran el cambio de vocación que estaba sufriendo Tokio. Así, aunque en un principio los intentos de transformar a Odaiba en un importante centro de negocios y ocio fracasaron, el anuncio de que el gobierno de Tokio invertiría una fuerte cantidad de dinero en su distrito portuario con el objetivo de modernizar los muelles de la ciudad, reavivó el interés de convertir Odaiba en un centro turístico de gran envergadura. Aquello facilitó una rezonificación del comercio y el entretenimiento en 1996, convirtiendo a Odaiba en uno de los centros de recreo de alta tecnología más reconocidos de Tokio, lo cual se combinó con la construcción del centro de exposiciones y conferencias más grande del país, llamado Centro de Exposición Internacional de Tokio, junto al hermoso Puente del Arcoíris que conectó la ciudad con las tierras recuperadas de la bahía.

Odaiba (1950)
Odaiba (1989)
Odiaba en la actualidad
Rainbow Bridge

Por su parte, la descentralización permitió que un tokiota típico tuviera diferentes espacios de la ciudad según sus gustos, edad y necesidades. Así, los jóvenes adolescentes se han visto atraídos por la ciudad de la moda Harajuku, los adultos jóvenes por las cercanías de Shibuya con sus tiendas outlet, las casas en vivo de Shimokitazawa atraen a los jóvenes universitarios, Daikanyama atrae a un público un poco más mayor y exigente, Ginza a las personas de mediana edad y Sugamo con sus templos, estatuas budistas, adivinos, proveedores de medicinas chinas y canteros, congrega a muchas personas ancianas que disfrutan de las dinámicas de un barrio más tradicional. En cuanto a los que disfrutan de la informática, los frikis, otakus y en general amantes de la cultura pop, tienen como su punto de reunión Akihabara, un distrito que se convirtió en la Meca de los productos electrónicos en Japón. Gracias a esto convoca por igual a locales y extranjeros que conocen el distrito como la Ciudad de la Electrónica. Allí se pueden adquirir las últimas versiones de cámaras, consolas de videojuegos, computadoras, chips, conductores, cables, cómics, videos y figuritas, mientras se camina por un enorme espacio urbano dominado por las brillantes luces LED y la música pop a todo volumen. Incluso existe la expresión Akiba-kei o Estilo Akihabara, para referirse a Akihabara como el lugar donde se encuentran los centros comerciales de productos electrónicos, manga, mercancía anime y otros productos diseñados para el gusto de los frikis. En contraste, tenemos a los Shibuya-kei un distrito caracterizado por ser el centro de la vida nocturna, la música, la moda y el diseño.

Ahora bien, a partir de 1970 hubo un exacerbado impulsó por incentivar el turismo interno e internacional en Japón, donde la empresa de Ferrocarriles Nacionales Japoneses, junto a las empresas de ferrocarriles locales, las distintas prefecturas y las empresas turísticas, compitieron por establecer destinos turísticos por todo el país incluyendo gran cantidad de sitios de interés en Tokio. En consecuencia, en la década de los 70 se comenzó a cosechar los réditos económicos de la articulación de Japón y Tokio como parte de la cultura popular internacional. Ahora Tokio ya no era solo una ciudad al otro lado del mundo con una cultura interesante, sino parte intrínseca de los recuerdos de millones de jóvenes influidos por el cine, el anime y los juegos producidos en Japón, por empresas tan reconocidas como Sony, Nintendo y Sega, las cuales prácticamente moldearon a más de una generación.

Algo parecido ocurrió con Nerima un distrito antiguamente dedicado a la siembra de rábanos y batata, pero que entre 1950 y 1960 se reconvirtió en una zona de expansión urbana, conectada con modernas redes ferroviarias y viales. Allí se instalaría la mundialmente conocida Toei Company fundada en 1949, incluida su sección de animación adquirida en 1956, iniciando en la década de los 60 una de las mayores industrias niponas en la forma del anime. Toei Animation produjo series animadas tan icónicas como Candy Candy, Dragón Ball, Los Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon, Digimon, Transformers, entre muchas otras series que han marcado la cultura popular mundial desde los 60.

Todo esto dio a Tokio su propia mitología, generando lugares increíblemente representativos para tomarse fotografías y rememorar la infancia de muchos jóvenes adultos, sin dejar de atraer a niños y adolescentes. Aquello generó toda una industria que ayudó a mitigar la crisis económica mundial de 2008. Así, durante esta crisis buena parte de la industria pesada japonesa se vio en problemas para competir con las empresas extranjeras, muchas empresas tuvieron que abandonar el país para producir en lugares con mano de obra más barata y regulaciones más laxas y se mantuvo una tendencia a que la economía japonesa dejara de crecer. Esto hizo que aunque los componentes de la tecnología o los productos industriales se realizaran en China, Taiwán, Malasia o Tailandia, los software, las historias y la iconografía de la industria del entretenimiento japonés se quedaran en el país.

Candy Candy
Dragon Ball Z
Caballeros del zodiaco
Sailor Moon
Digimon
Transformer

Dicha dinámica no es nada despreciable, pues Japón se convirtió prácticamente en un país de peregrinaje para los amantes de la cultura pop y para aquellos que habían sido influidos por el modo de ser japonés. En consecuencia, millones de turistas llegaron a Tokio en búsqueda de ese lugar donde ocurrían las escenas de sus películas, magas, videojuegos y animaciones favoritas, tomándose selfis frente a la estatua que derribo Godzilla o en la réplica del robot Gundam gigante de tamaño real. Sin embargo, las exportaciones culturales de Japón no se convirtieron solamente en un lucrativo rubro económico, sino incluso en una fuente incalculable de poder blando, que incluso fue reconocida por los políticos japoneses. Todo esto hizo que se prestara un impulso considerable a la industria turística fundamentada en el cine y la televisión japonesa, el cual es descrito por el Instituto de Investigación Nomura en su artículo Otaku Marketing de 2005, como el uso de la industria audiovisual nipona para crear mercancías y experiencias personalizables de turismo en Japón, dirigidas a todo tipo de público fanático del cine, los videojuegos, el anime y el manga. Incluso se desarrolló todo un subgénero en estas obras llamado nichijo o historias de la vida, el cual se concentra en plasmar de manera artística fragmentos de la vida real en Japón. Aquello le dio un toque exótico a Japón en el mundo, con sus hoteles cápsula, sus cafeterías repletas de gatos y los robots que hacen reverencias a los clientes, el cual se combinó con el turismo tradicional que buscaba el arte clásico japonés, los templos, las historias de los samurái, la arquitectura, el modo de ser de la sociedad japonesa y las razones de su éxito como sociedad. En pocas palabras, según este informe el potencial de esta industria fue convertir lugares del mundo real en destinos turísticos, a partir de su asociación con historias ficticias.

Shinzo Abe disfrazado de Super Mario para "mostrar la influencia japonesa"

Otro edificio icónico que no podemos dejar de mencionar es la Tokyo SkyTree, una gigantesca torre de transmisión que se construyó para reemplazar a la Torre de Tokio, debido a que se consideró que esta yo no podía cumplir adecuadamente con su propósito original de antena de transmisión de televisión. Cuestiones como la necesidad de realizar transmisión totalmente digitales y las obstrucciones causadas por múltiples rascacielos en toda la ciudad, llevaron a la construcción de una torre de transmisión aún más grande que alcanzaría los 634 metros en comparación con los 332.9 de su antecesora. Con esta torre se dio un nuevo referente de identidad a la ciudad con su inauguración en el 2012, siendo acompañada por el centro comercial Solamachi que alberga el Acuario Sumida, un planetario y el Museo Postal. Ahora bien, para hacernos una idea de cuánto creció la industria del turismo en Japón, para 1960 se calculaban que al país llegaban unos 352.832 visitantes, mientras que en 2019 llegaron a Japón 31.882.049 extranjeros, ubicándose como el onceavo país más visitado del mundo. De los turistas que visitaron el país en 2019, más de 15 millones visitaron Tokio, cantidad que es demasiado sorprendente si la comparamos con la población de Tokio exceptuando el área metropolitana, puesto que el núcleo de Tokio cuenta con 19 millones de habitantes. Los lugares más visitados por estos viajeros fueron Shinjuku, Asakusa, Ginza, Shibuya y Akihabara, por lo que la influencia de los elementos que hemos mencionado anteriormente queda patente.

Tokyo SkyTree
Fuente: Japan National Tourism Organization
Fuente: Tokyo Metropolitan Government

No obstante, Japón y Tokio también han tenido que pasar por situaciones bastante complicadas como el estancamiento económico, una deuda del 200% del PIB, el aumento de las personas sin hogar, el envejecimiento de la población, el terremoto de Tohoku y el posterior tsunami que dañaron la central nuclear de Fukushima en 2011, el desastre que significó el COVID-19 para los Juegos Olímpicos Tokio 2020, entre otros fenómenos modernos. Para hacernos una idea del daño de la pandemia, el gobierno de Japón esperaba implementar para los Juegos Olímpicos guías turísticos robotizados, software de traducción en tiempo real para 27 idiomas, taxis autónomos, plantas de energía alimentadas por hidrógeno y un tren de levitación magnética a Nagoya, inversiones que se recuperarían con los ingresos que trajeran al país los cerca de 40 millones de turistas que se esperaba visitaran el país en 2020.

Estadios sin público en el Olímpico Tokio 2020

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