Historia de Tokio. Parte 4

Tokio durante la Ocupación

En 1945, Japón pasó de controlar 7,400,000 Km2 a ser un país ocupado por las fuerzas estadounidenses, el cual se encontraba en condición de extrema pobreza y sufrimiento humano, producto de los bombardeos incendiarios y atómicos sobre las principales ciudades del país. A esto habría que sumar la necesidad de repatriar a 6.600.000 soldados, las altas tasas de desempleo, la inflación y la amenaza de hambruna, siendo esta combinación de problemáticas un escenario tan complejo de resolver que muchísimos expertos auguraban un lúgubre futuro para el país. Tokio sería una de las poblaciones más golpeadas por la guerra, debido a que por segunda vez en 3 décadas había sido destruida casi hasta sus cimientos, siendo descrita por muchos extranjeros como un ´´barrio marginal pulverizado, una llanura abrasada´´. No obstante, extrañamente dentro de Tokio se vivía un cierto optimismo por la vida, tal vez porque tras décadas de guerra Japón podría tener un periodo de paz. Aquello no quiere decir que no existieran conflictos dentro de la sociedad japonesa, pues en palabras de escritores como Kyogoku Natsuhiko: ´´Todo aquello en lo que habíamos creído se demostraba ahora que era falso. Cuando atacábamos al enemigo nos decían que éramos gloriosas bolas de fuego: cuando los soldados morían decían que era como la rotura de joyas. El gobierno predicaba continuamente la justicia de la lucha nacional, pero cuando todo terminó la actitud de nuestros líderes cambió de la noche a la mañana, convirtiéndose en devotos de la democracia, mientras que los ciudadanos japoneses, gente empobrecida, parecían estar más animados que nunca´´.

Tokio en 1945
Kyogoku Natsuhiko

Igualmente, el cineasta Kurosawa Akira recuerda como antes de la rendición del emperador ´´Los dueños de algunas tiendas, en preparación para la Muerte Honorable de los Cien Millones, habían sacado sus preciadas espadas japonesas de sus vainas y estaban sentados mirando (…) después de escuchar la proclamación imperial, la rendición oficial, la gente en las calles comerciales parecía alegre, como si estuviera a punto de celebrarse un festival´´. Con la muerte de los 100 millones, Kurosawa se refiere al plan de los sectores más nacionalistas de Japón, el cual consistía en hacer un llamado para que todo hombre, mujer y niño luchara a ultranza en caso de que se produjera una invasión. Incluso en algunas propagandas de guerra se instaba a que todo japonés tomara las armas, incluso si no tenía acceso a un arma de fuego, indicando a la población que afilara cañas de bambú para utilizarlas como lanzas. No obstante, pese a la propaganda Japón ya no se encontraba en condiciones de luchar, el paisaje de Tokio era el de una ciudad donde sus niños estaban afectados por la desnutrición y la tiña, donde la prostitución se había vuelto algo común para muchas mujeres en búsqueda de mantenerse a sí mismas y a sus familias y donde los hombres que habían luchado valerosamente por su nación, ahora eran despreciados por la ruina que la guerra había traído al país. Para entonces la situación era tan mala para los tokiotas que miles de damnificados ocuparon el Parque de Ueno y sus periferias, estableciendo refugios sobre los cementerios y tumbas de los otrora todopoderosos shogunes Tokugawa. Esto provocó que muchas personas murieran congeladas en los inviernos de 1946 y 1947 que osciló entre los -10 y los 17 grados centígrados, cayendo sobre miles de tokiotas cubiertos con harapos que habían logrado salvar de los incendios.

Tokio en 1945

Asimismo, muchas familias debían vender todo lo que aún tenían solo para sobrevivir otra semana más, mientras que veteranos sin extremidades mendigaban cualquier ayuda en las calles de la ciudad. Los hace poco gloriosos soldados imperiales, ahora se convirtieron en despojos de carne y hueso que lucían uniformes militares desgastados, sufriendo una constante humillación por los medios de comunicación de la Ocupación, quienes hablaban de ellos como suicidas (especialmente por los ataques kamikaze), criminales de guerra, caníbales y fracasados a nivel militar, exactamente todo aquello que Japón estaba tratando de superar. Relegados a ser parias, la sociedad nipona los juzgó en razón de su incapacidad para ganar la guerra y no tanto por sus cuestionables actuaciones en los territorios atacados. Hay que tener en cuenta que desde el 2 de septiembre de 1945 cuando inició la ocupación estadounidense, Douglas MacArthur había dejado muy claro quien tendría el poder en Japón, al ordenar que 400 bombarderos B29 y 1500 aviones de combate de la Marina de E.E.U.U., sobrevolaran el territorio de Tokio en un acto teatral que tenía de fondo al Monte Fuji. Incluso para aumentar la humillación de los japoneses, MacArthur exhibió luego de la rendición del emperador la bandera que los barcos negros del comodoro Perry, habían llevado en su llegada a Japón 100 años antes.

Los veteranos después de la Primera y Segunda Guerra Mundial
Rendición japonesa 1945

Algo parecido sucedió con la visita personal del emperador para presentar sus respetos a MacArthur, ocurrida el 27 de septiembre de 1945, puesto que la foto que fue publicada en todas las portadas de los periódicos más importantes del país, mostró a los japoneses a un MacArthur despreocupado que se erguía por encima de la diminuta figura del emperador. En este sentido, un MacArthur sin corbata recibió al emperador Hirohito quien se encontraba vestido con un traje de etiqueta que podríamos identificar con una época desfasada, percibiéndose esto como una falta de respeto que encarnaba a un Japón derrotado por un enemigo económica, técnica y militarmente más poderoso. La imagen popular de esta fotografía solo cambiaría años después a pesar de que las Fuerzas de Ocupación, el gobierno japoneses y la Agencia de la Casa Imperial, se esforzaron por presentar a MacArthur como un símbolo del pacifismo en la tierra del sol naciente en la posguerra. No obstante, la percepción negativa acerca de dicha foto, solo se modificaría en 1975 cuando el emperador fue fotografiado en compañía de Mickey Mouse y otros personajes de Disney, durante su visita a Disneylandia en Los Ángeles.

Hirohito y MacArthur se reúnen por primera vez en 1945
Hirohito visitando Disneylandia en 1975

Dicha posición de superioridad se reforzaría cuando las fuerzas de ocupación requisaron los edificios más memorables de Tokio que aún seguían en pie, con el objetivo de establecer en ellos sus oficinas. Así, el Cuartel general de las Fuerzas Aliadas se ubicó en los pisos más altos del edificio de la Compañía de seguros de vida mutua Dai-Ichi, con el fin de que estuvieran justo enfrente del Palacio Imperial. De igual manera, las grandes y lujosas tiendas de Ginza, Matsuya y Hattori, fueron reconvertidas en puestos para el correo del Octavo Ejercito de los Estados Unidos, la Mansión Iwasaki en Yushima se convirtió en oficinas administrativas y el elegante Tsunamachi Mitsui Club en Mita, se transformó en el GHQ Club. El GHQ Club que estaría a cargo de la Asociación de Recreación y Diversión (RAA), sería la más grande de las organizaciones establecidas por las autoridades japonesas, destinadas a proporcionar prostitución organizada a las fuerzas de ocupación, con el fin de prevenir violaciones y violencia sexual por parte de las tropas aliadas sobre la población en general. Para ello, las autoridades de Tokio ´´reclutaron´´ a 55.000 mujeres, reproduciendo el llamado que antes habían hecho a los hombres para que se sacrificaran en la guerra, pero instando a que prostitutas, viuda y huérfanas sirvieran en un acto heroico de sacrificio para satisfacer los deseos sexuales de los soldados aliados, conservando con ello la pureza de la nación. Así, estos centros fueron en principio financiados con fondos públicos, pero se delegó su administración a empresas privadas bajo supervisión policial. En consecuencia, el 21 de agosto de 1945 el Primer Ministro Higashikuni, realizó una conferencia interministerial destinada a coordinar este programa, para que el 23 de agosto la Junta de Policía Metropolitana de Tokio instituyera las organizaciones de restaurantes, geishas y burdeles que nutrirían a las RAA locales.

Entre mujeres ´´reclutadas´´ habían muchas que vieron esta actividad como una buena forma de ganarse la vida, pero también existió un número indeterminado de mujeres que fueron vendidas por sus familias empobrecidas o que fueron obligadas a trabajar en la prostitución ya que debían dinero al burdel. Además, en estos lugares se usaron prácticas deshonestas como el uso de tiendas dentro de los burdeles o la otorgación de anticipos de préstamos, con el fin de mantener a las mujeres endeudadas y que no pudieran salir de los burdeles. En palabras de un funcionario japonés que trabajó en el GHQ, las condiciones de estos lugares no podrían ser descritas de otra manera que como ´´esclavitud´´. La decisión de crear estos centros estuvo motivada por los repetidos ataques sexuales por parte de las tropas aliadas hacia mujeres japonesas en los primeros meses de ocupación, siendo una muestra de esto que durante los primeros 10 días de ocupación, se produjeron 1.336 denuncias por violaciones efectuadas por soldados estadounidenses solo en la prefectura de Kanagawa. Ahora bien, según el Dr. en Ciencias Políticas de la Universidad Metropolitana de Tokio y ex docente-investigador en la Universidad de Tokio Keizai, Takemae Eiji:

´´(El gobierno) reservó un presupuesto de 100 millones de yenes para los RAA y señaló que el dinero se gastaría bien si «protegiera el linaje puro de la raza Yamato». A través de los RAA, el gobierno esperaba proteger a las hijas de las clases media y acomodada haciendo que las mujeres de clase baja satisficieran los apetitos sexuales de los soldados cansados ​​de la batalla. El alistamiento en las filas de la RAA fue aclamado como un acto patriótico, y los primeros voluntarios recibieron agradecimiento oficial por su sacrificio frente al Palacio Imperial. De hecho, la política de servidumbre sexual fue una medida de emergencia implementada en nombre de la seguridad nacional, y muchos reclutas no tuvieron más remedio que cumplir´´.

Los primeros reclutamientos se efectuaron entre geishas, ​​azafatas de bares, prostitutas y mujeres repatriadas de puestos militares en el extranjero mayoritariamente voluntarias , pero la falta de mujeres que quisieran ofrecerse para este trabajo, llevó a las autoridades policiales a extender la lista de reclutables a viudas, personas sin hogar y estudiantes de secundaria reclutadas para trabajar en fábricas durante la guerra. .Ahora bien, pese a que estos tipos de contratos abusivos, la prostitución involuntaria y las RAA fueron prohibidos por MacArthur en 1946, la prostitución siguió siendo común en todo Tokio, con sistemas parecidos a los que hemos descrito anteriormente, pero con nombres extrañamente inocentes como ´´Asociaciones de saneamiento de tiendas de té´´ y ´´Asociaciones de cafeterías´´. Aquello motivó el que se promulgara la directiva contra la prostitución de GHQ, conocida como Orden del Gabinete del 15 de enero de 1947, obligando a que la mayoría de burdeles de la RAA cerraran oficialmente el 27 de marzo de 1947. Aun así, las cervecerías, cabarets y bares siguieron en funcionamiento hasta mayo de 1949, momento en que el sistema de RAA fue completamente desmantelado. Todo esto no puede ser confundido con el fenómeno que hoy conocemos como trata de blancas, pues tal y como dice Kensuke Kishi ex Director y Productor de NHK World-Japan, las mujeres ´´reclutadas´´ por las RAA no eran contratadas o engañadas por grupos al margen de la ley, sino por un sistema estatal que emitió un comando, gastó un presupuesto enorme, nombró burócratas para que lo administraran y que sustentó todas las medidas impuestas en la ´´protección de la política nacional´´. 

El fenómeno de la prostitución fue tal que algunas brigadas aliadas tuvieron tasas de gonorrea y sífilis de un 55% de sus integrantes, mientras que se calcula que hasta el 90% de las prostitutas fueron infectadas con alguna enfermedad sexual. Desde entonces las llamadas chicas panpan, mujeres dispuestas u obligadas a estar con los occidentales, reconocibles por su ropa llamativa y provocativa, por fumar, escupir y gritar «¡Oye, Johnnie!», se comenzaron a representar como el producto de la derrota y el recordatorio de que Japón era ahora una ´´nación derrotada e infantilizada por vencedores con ánimo de educadores colonialistas´´. Cabe señalar en este punto el análisis del Dr. Takemae Eiji:

´´Al igual que los coreanos y los formosanos, las prostitutas, conocidas como panpan, representaban una subclase despreciada frente a la cual la gente mejor definía la moralidad. El comportamiento aparentemente desenfrenado de las trabajadoras sexuales, su contacto íntimo con el ocupante estadounidense y su supervivencia fuera de la economía sancionada oficialmente inquietaban a las élites dominantes de Japón, con sus valores patriarcales y nociones de exclusividad racial´´.

El GHQ Club y la Asociación de Recreación y Diversión (RAA)
Chicas pampam
Enfermedades sexuales en las fuerzas de ocupación autralianas

Sin embargo, no toda la prostitución fue femenina, también se establecieron burdeles en el Parque Ueno, dedicados a satisfacer la demanda de prostitución homosexual mayormente extranjera, donde los dansho, hombres travestidos inauguraban un negocio que no existía antes de la Segunda Guerra Mundial.  Otro fenómeno común para la época fue el surgimiento de mercados negros que para 1946 llegó a ser de 60.000 solo en Tokio, en estos mercados se vendían todo tipo de mercancías saqueadas de las fabricas durante la guerra, extraídas de las reservas del ejército y la marina japonesa y productos sacados de los almacenes estadounidenses. Muchos de estos artículos eran obtenidos por las mujeres panpan a cambio de servicios sexuales a los estadounidenses, para luego ser revendidos en los mercados negros. Ahora bien, aunque criticados eran vistos como un mal necesario al otorgar la ilusión de abundancia, proveyendo de productos imposibles de conseguir de otra manera a una población en extrema necesidad. En estos mercados podías encontrar desde calcetines viejos, comida, vajilla y ropa, hasta vísceras de cerdo y mantas de hospital manchadas de sangre. Inclusive algunos de los grandes centros del comercio actual de Japón comenzaron su vocación como mercados negros, tal es el caso de Akihabara que hoy es sinónimo de productos electrónicos de calidad, pero que en su momento albergó un mercado negro especializado en repuestos de radio, durante un momento en el que estos escaseaban.

Miembros del Club Fūki posan en junio de 1964
Mercado negro Tokio

Las calles cercanas a la estación de Shibuya que antes albergaban a la estatua de Hachiko, después de la guerra se transformaron en un mercado negro dirigido por chinos taiwaneses, los cuales aprovecharon que los bombardeos habían devastado toda la zona. Esto sería así hasta 1946, cuando las autoridades tokiotas decidieron desalojar este mercado por el temor de que se convirtiera en el centro de grupos delincuenciales provenientes de China, dejando varios muertos y heridos en este operativo. Dichos mercados representaron una enorme ganancia para sus dirigentes, siendo común que políticos de derecha y gánster hicieran verdaderas fortunas, aprovechando la escasez de alimentos o la necesidad de vender sus posesiones de los ciudadanos. En este sentido, en aquellos tiempos te podían ´´cortar la garganta por una bolsa de azúcar comprada en el mercado negro, los robos de casas eran comunes y los parques eran demasiado peligrosos para que las mujeres entraran de noche´´. La Yakuza vivió una época de oro al articularse a todos los tipos de delitos, bien sea delitos menores, hasta sobornos a políticos o lavado de dinero en la industria de la construcción. La criminalidad se financió gracias a que después de la guerra el uso de licores fuertes y drogas se disparó, siendo la metanfetamina una de las drogas más utilizadas, incluso por los trabajadores contratados para los programas de reconstrucción de posguerra en Tokio.

Gente haciendo cola para comprar los nuevos cigarrillos "Peace".
Kazuo Taoka, la tercera generación de Yamaguchi-gumi

Por su parte, la carencia de alimentos provocó marchas bajo el lema ´´Denos arroz´´ y eventos como el Food Mayday, en el cual participaron 250.000 tokiotas que exigían el reparto de comida. El paisaje de Tokio era tan desolador que por primera vez se veían escenas de niños desnutridos fumando colillas de cigarrillo desechadas, cuyas uñas estaban completamente blancas. El fotógrafo Hayashi Tadahiko dedicaría buena parte de su obra a retratar estas tristes escenas, plasmando en sus fotografías las ruinas de Tokio, las apresuradamente construidas casas de madera, los vagabundos, las soldados desmovilizados, los antros para beber construidos en pozos de basura, los striptease, entre muchos otros lugares propios de los primeros años de ocupación.

Curiosamente los cines se convirtieron en centros de dispersión predilectos para una población sumida en la carencia, esto hizo que cualquier sótano que brindara algo de intimidad entre las ruinas de la ciudad, sirviera para alojar una sala de cine undergraund para el común de los tokiotas. Así, lugares tan pintorescos como los arcos de las vías del tren aun ennegrecidos por los incendios o los callejones más escondidos, sirvieron para brindar una salida a la cotidianidad para unos tokiotas que tenían prohibido asistir a las grandes salas de cine, como puede ser el Ernie Pyle anteriormente sede del Teatro Takarazuka. No obstante, algunos cines más cómodos para el público en general fueron construidos en Asakusa y Shinjuku, donde se proyectaban películas rusas y europeas con una fuerte carga intelectual.

Se puede decir que en medio de la decadencia, el cine siguió floreciendo como una de las mayores muestras de arte que existe. Sin embargo, la censura actuó fuertemente para que las condiciones de Tokio no fueran mostradas en la pantalla grande, a lo que habría que sumar que la mayoría de las grabaciones que recogieron el bombardeo de Tokio, fueron destruidas durante los bombardeos o quemadas por los estadounidenses en el inicio de la ocupación. Por esta razón, los cines clandestinos cumplieron un rol importante al poder escapar de la censura momentáneamente, siéndoles posible proyectar películas como Sounds of Spring, la cual retrataba las calles de Tokio sin ningún miramiento.

Fotos de Hayashi Tadahiko
Ernie Pyle anterior sede del Teatro Takarazuka

Para hacernos una idea, entre los temas prohibidos por el Comandante supremo de las Potencias Aliadas (SCAP) estaban los filmes, libros, pinturas, obras de teatro o cualquier otra forma de arte, cuyo contenido tratase cuestiones relacionadas con el militarismo, la lealtad feudal, cualquier sentimiento anti extranjero, la venganza, el nacionalismo, los ataques aéreos estadounidenses en Tokio y otras ciudades, los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki e incluso el Monte Fuji. La razón de censurar el Monte Fuji, es que durante la guerra este había sido un símbolo del poder imperial, cuestión que los llevó a negar su inclusión en películas como Vagabundo de moda de Makino Masahiro. Por otro lado, cualquier tipo de actividad sindicalista había quedado completamente prohibida por MacArthur, llegándose a recurrir a la presencia de tanques y tropas estadounidenses, para dispersar la manifestación laboral convocada por los trabajadores del estudio de cine Toho, convocada en Tokio en 1948. Así, cualquier discusión sobre política debió esperar hasta finales de la ocupación, debido a que la censura estadounidense escaneaba escrupulosamente los guiones, los títulos de libros y los contenidos educativos, persiguiendo irónicamente a cualquier trabajo que tuviese la mínima apariencia de poseer posturas antidemocráticas o que fuera en contra de las órdenes de la SCAP. En una escena surrealista más de la mitad de las 500 películas revisadas por la censura fueron quemadas, haciendo que fuese imposible recuperar dicho material. La iconoclasia dominó entonces a buena parte de la sociedad japonesa y a los ocupantes, llevando a que incluso las compañías cinematográficas destruyeran muchas de sus obras pasadas al considerarlas como feudales.

Evidentemente el nivel de censura estadounidense fue menor que el sufrido por la población japonesa en época de guerra, sin embargo, esta se caracterizaba por ser menos directa y más difícil de identificar. Por ejemplo, anteriormente los periódicos, diarios y otros materiales publicados recibían una serie de tachaduras, marcas y espacios, donde podían identificar de manera precisa que partes debían ser eliminadas para su publicación. En comparación, la SCAP no proporcionaba ninguna información acerca de la razón por la cual el texto había sido censurado, generando una curiosa contradicción donde las fuerzas de ocupación promovían la libertad de expresión, mientas prohibían cualquier discusión crítica de sus políticas. Los japoneses se burlaban de esto cuando en una canción que se hizo popular se comenzó a afirmar que: ´´Todo el mundo está parloteando sobre la democracia, pero ¿cómo podemos tener democracia cuando hay dos emperadores?´´, siendo esta canción inmediatamente perseguida por la SCAP.

Flores de cerezo antes del Monte Fuji: símbolos de muerte heróica

Juicios de Tokio

Paralelamente a lo que hemos tratado, el 12 de noviembre de 1948 se realizarían los juicios de Tokio bajo la autoridad del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, el cual fue ampliamente criticado por los siguientes factores:

1. Su marcado proceder en favor de los intereses estadounidenses.

2. Su unilateralismo al solo juzgar los crímenes de guerra cometidos por los países del Eje, obviando cuestiones como el bombardeo de ciudades con bombas incendiarias o los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki (ataques descritos como crímenes contra la humanidad por muchos expertos).

3. Pasar por alto los crímenes de guerra nipones en China y Corea (incluyendo la guerra química, bacteriológica y la experimentación en humanos).

4. El completo indulto del emperador Hiroito una vez que Tojo Hideki primer ministro de Japón durante la Segunda Guerra Mundial, asumiera toda la responsabilidad por la guerra.

Juicios de Tokio
Tojo Hideki

De los 28 japoneses juzgados ninguno resultó inocente, aunque solo 7 fueron condenados a muerte, 16 a cadena perpetua, dos a penas menos largas y uno fue declarado loco. No obstante, tal vez lo más aberrante fue la impunidad que se le ofreció a los miembros del Batallón 731, quienes habían realizado vivisecciones, congelamiento, sometimiento a cámaras de presión hasta la muerte, prueba de armas en personas vivas y exposición a bacterias como la peste y el cólera en soldados y civiles chinos durante la ocupación del país. Así, a cambio de adquirir el conocimiento obtenido de los experimentos, los científicos y médicos japoneses pudieron volver a articularse a la vida cotidiana nipona, abriendo incluso muchos de ellos sus propios hospitales después de la guerra. Tojo Hideki describiría estos juicios como un claro ejemplo de la justicia del vencedor, teniendo que retractarse de su declaración de que ninguno de los altos mandos japoneses hubiese actuado en contra de la voluntad del emperador, para luego decir que este siempre se pronunció a favor de la paz.

Los hombres detrás del sol (1988)
Shirō Ishii

Ahora bien, MacArthur argumentó que el emperador había apoyado la ocupación y eliminó la posibilidad de grandes brotes de agitación social, por lo que al ser sus crímenes provocados por omisión y no por ejecución, estos debían ser perdonados en beneficio de la ocupación. Aun así, queda claro que como cabeza de la familia real y dios-hombre, el emperador se presentaba como comandante supremo de las fuerzas armadas imperiales, involucrándose en muchas de las decisiones más trascendentales de la guerra, al tiempo que daba respaldo oficial a la movilización bélica. No obstante, la mayor parte de la historiografía japonesa argumenta entre otras cosas que el emperador no poseía un poder efectivo sobre sus funcionarios, limitándose simplemente aprobar las decisiones tomadas por otros. Aun con todo, el rol positivo que jugó Hirohito durante la posguerra es innegable, puesto que su actividad en el extranjero fue vital para volver a integrar a Japón al sistema internacional, mientras que su presencia en la política interna fue importante para evitar que se desataran brotes de violencia en el país. Más tarde, todos aquellos prisioneros que habían sido condenados durante los juicios de Tokio fueron puestos en libertad condicional tras el fin de la Ocupación en 1951, siendo luego liberados incondicionalmente en 1958.

Hirohito

Pasando a las consecuencias positivas de la Ocupación, tras la llegada de los Aliados miles de presos políticos fueron liberados y muchos exiliados pudieron volver a Tokio, siendo muchos de ellos escritores, intelectuales y activistas de izquierda, que tras recuperar su libertad generaron un renacimiento de la literatura japonesa, la cual recuperó poco a poco su antiguo vigor. Por su parte, los esfuerzos estadounidenses por consolidar la democracia en Japón contribuyeron al establecimiento de una Constitución fundamentada en la ´´Cláusula de Paz´´, posibilitando la transición de un sistema educativo inspirado en la exaltación del militarismo, el totalitarismo y el ultranacionalismo, a uno basado en el fomento de la democracia, la innovación tecnológica y la eficiencia de la producción. Esto se tradujo en que Japón pasó de invertir un tercio de su presupuesto en el ámbito militar durante los años 20 y 30, mientras que luego de la guerra el gasto militar cayó al 1% de su PIB. No obstante, esto no debe confundirse con una total desmilitarización de Japón, pues con la consolidación del comunismo en países como China, Corea del Norte o Vietnam, Estados Unidos presionó a los nipones para que mantuvieran un gasto activo en el mantenimiento de sus Fuerzas de Autodefensa. A su vez, la nueva Constitución garantizó las libertades fundamentales y civiles de los ciudadanos japoneses, cristalizó el derecho a voto de las mujeres, abolió la nobleza y estableció una separación entre la religión, el Estado y los tres poderes. Ahora bien, esta separación nunca llegó a ser completa, pero contribuyó a que el emperador tuviera un papel más simbólico que político, mientras que el sintoísmo dejó de ser considerado la religión oficial con el fin de dar libertad de credo a los habitantes del país.

Asimismo, los aliados abogaron por desmantelar el sistema de los zaibatsu japoneses debido a su papel en la Segunda Guerra Mundial, aunque muchos japoneses se opusieron a esta medida argumentando que estos grandes conglomerados eran vitales para que Japón pudiera ser competitivo a nivel internacional. Sin embargo, lo cierto es que el cierre de algunas de estas empresas que monopolizaban buena parte del sector productivo nipón, incentivó el surgimiento de pequeñas y medianas empresas que diversificaron la economía de la nación y contribuyeron al milagro económico japonés. Además, al realizar una reforma agraria de la mano de Wolf Ladejinsky y Hiro Wada exministro de Agricultura japonés, se consiguió que para 1950 unos tres millones de campesinos pudieran adquirir tierras al liberalizarse el 38% de la tierra cultivable de Japón, creando una dinámica que terminó por desmantelar buena parte de la estructura de dominación semi feudal, la cual garantizaba aun el control de los terratenientes sobre el campesinado nipón.

En cuanto a la reconstrucción de la ciudad, los 35 distritos que conformaban Tokio antes de los bombardeos se reorganizaron en 1947, con el fin de establecer 22 distritos más manejables a los que habría que sumar uno extra que se creó más adelante. A su vez, se promulgó una Ley de Autogobierno que convirtió a Tokio en una entidad similar a las prefecturas. Aquello facilitó los proyectos de reconstrucción que avanzaron aceleradamente, hasta el punto de que en 1950 la ciudad había pasado de tener 3.480.000 habitantes tras terminar la guerra, a 6.270.000 cinco años después. De igual manera, para 1952 surgieron en Japón nuevas libertades, pudiéndose entre otras cosas publicar distintas revistas semanales como Asahi Graph, donde se mostraron las primeras fotografías a toda página de las víctimas de las bombas atómicas, vendiendo 700.000 ejemplares.

Liberación de los presos políticos del Imperio japonés
Semanario Asahi Graph

Algo curioso fue lo ocurrido en los antiguo campos de reunión del ejército imperial en Harajuku, donde luego de que el área fuera arrasada por los ataque aéreos, esta fue reconstruida como un enclave extranjero conocido como Washington Heights. En este lugar se aglomeraban cientos de familias del ejército y la fuerza aérea estadounidenses, dejando en la sociedad nipona un conjunto de costumbres particulares que no desaparecieron aun después de que estos abandonaran el país. Un ejemplo de esto fue el florecimiento de negocios dedicados a vender todos aquellos objetos que los estadounidenses no podían llevarse a sus casas tras su partida, los cuales iban desde discos de segunda mano, ropa colorida, cafés que se especializaron en comidas extranjeras, entre muchos otros objetos que marcarían por años la moda tokiota. Por otro lado, la inclusión del trigo en la dieta nipona fue paulatina y encontró mucha resistencia, pues la idea de hornear en cada casa pan y galletas, no caló en el conjunto de la población nipona. Esto se solucionó cuando los vendedores ambulantes japoneses, decidieron convertir el trigo en fideos chinos, fáciles de usar para preparar un caldo aceitoso que se combinaba con un puñado de verduras y/o trozos de carne, creando con ello una comida muy popular que se dio en llamar el ramen de la posguerra. Aquí podemos ver como aquellos japoneses que habían servido en China, encontraron la forma de popularizar un sencillo platillo que rápidamente se convirtió en el almuerzo preferido de los trabajadores nipones.

Washington Heights
Ramen de la posguerra

Tokio durante el Japón independiente

El 28 de abril de 1952, la ocupación Aliada de Japón llegó oficialmente a su fin, no sin antes convertir al país en un importante aliado estratégico de los estadounidenses en la región en pleno auge de la Guerra Fría. Recordemos que para entonces cuatro importantes Estados comunistas se habían establecido en Asia, la Unión Soviética, China, Corea del Norte y Vietnam, esto supuso que la delicada economía japonesa de la década de 1950, recibiera un impulso enorme gracias a la venta de armamento y todo tipo de productos industriales a los Estados Unidos, para que este librara la guerra que estaba llevando a cabo en Corea. Aquello generó un despegue económico sin precedentes en el país nipón, el cual desde los años 60 se daría a conocer como el milagro japonés. En esta época la economía se disparó gradualmente, las oficinas comerciales pasaron de 281.000 en 1947 a 359.000 en 1954, se realizó la primera transmisión de televisión en 1953 y se le permitió a Japón unirse a las Naciones Unidas en 1956. Además, las innovaciones tecnológicas y nuevas industrias comenzaron a dominar el paisaje de Tokio, produciéndose en masa fibras sintéticas, automóviles y electro-domésticos como televisores, refrigeradores y lavadoras. La americanización de la cultura popular también siguió su curso, convirtiendo a los chocolates, la goma de mascar y la Coca-Cola en parte de activa de la música juvenil de 1950, que ahora recuperaba el tradicional papel de Ginza como centro de la vida nocturna de Tokio.

Tokio en la década de 1950

Ahora bien, con la llegada de la televisión a Japón y con el objetivo de no llenar la ciudad de antenas repetidoras, un consorcio de canales y desarrolladores se unieron para construir una enorme torre de transmisión. Para su construcción se basaron en la Torre Eiffel de París, aunque en principio se esperaba que la Torre de Tokio fuera más alta que el Empire State de Nueva York (381 m), lo cual no fue posible debido a la falta de recursos y los requisitos de construcción que redujeron su tamaño a 332,9 metros. La Torre de Tokio se convirtió en un símbolo de la reconstrucción de Japón, el cual resurgía de las cenizas de una ciudad devastada por la guerra, siendo este un intento de reafirmar la importancia del país en el mundo de la posguerra. Algo bastante interesante es que un tercio del acero utilizado para la construcción de la Torre de Tokio, provino de 300 tanques estadounidenses retirados del servicio después de la Guerra de Corea. La Torre de Tokio se completó en 1958, proclamándose temporalmente como la torre independiente más alta del mundo, siendo pintada de un llamativo e icónico color naranja y blanco por motivos de seguridad, pero que terminó dándole personalidad al edificio.

Torre de Tokio

La torre de Tokio fue vista como un símbolo cultural por los tokiotas, aunque este hecho fue descrito por periodistas y escritores como Patrick Macías, como una muestra de ´´la falta de edificios de referencia cultural en Tokio´´. Sea como sea, esta torre se ha convertido en un símbolo de la ciudad, aunque con la llegada de los rascacielos la vista desde su mirador ha perdido mucho del sentido original que poseía. No obstante, su mayor popularidad en el extranjero provino de las películas de Godzilla filmadas en 1954 y en la década de 1960, puesto que este legendario monstruo destrozó la Torre de Tokio en una escena icónica para la historia del cine. En consecuencia, la vida cotidiana de Tokio poco a poco se iba reestableciendo, al punto de que para la década de 1950 ya volvía a convertirse en una metrópolis de corte mundial.

Construcción de la Torre de Tokio
La Torre de Tokio en la cultura pop

Aun así, detrás del constante crecimiento se escondía un enorme descontento social, que se manifestó por ejemplo en el rechazo a la actividad nuclear y las alianzas de defensa con los Estados Unidos. Un caso particular fueron las protestas desatadas por la muerte del operador de radio de un barco pesquero japonés en 1954, debido a la radiación provocada por la prueba de una bomba de hidrógeno realizada por el ejército de los EE. UU. en el Pacífico, específicamente en las Islas Marshall. Este hecho que recordaba mucho a la trama de Godzilla, provocó una enorme indignación entre los japoneses que se tomaron las calles en señal de protesta. En este sentido, las décadas de 1950 y 1960 verían el surgimiento de fuertes movimientos religiosos e ideológicos que influyeron continuamente en el desarrollo de la ciudad. Así, la posguerra sería conocida como la “hora punta de los dioses” y la revolución que nunca fue. Hay que tener en cuenta que los 60 son por definición uno de los momentos más álgido de la Guerra Fría, por lo que las protestas estudiantiles contra la Ley Anti-Subversión de 1952 y el Tratado de Seguridad de Estados Unidos y Japón de ese mismo año, fueron vistas como un peligro latente de que Japón cayera en manos del comunismo, tal y como había sucedido con algunos de sus vecinos más cercanos.

Prueba de la bomba de hidrógeno en las Islas Marshall
Protestas en Japón contra el Tratado de San Francisco

Esto trajo de nuevo a la política nipona a muchos políticos de derecha de la era el Imperio japonés, irónicamente apoyados por las autoridades estadounidenses, debido a que coincidían en su visión acerca de los movimientos sindicales, los líderes del Partido Comunista y los intelectuales con tendencias de izquierda. Incluso un personaje como Nobusuke Kishi, un político vinculado con crímenes de guerra en Manchukuo, se convirtió en la mano derecha de la Casa Blanca en Japón tras convertirse en primer ministro. Ahora bien, en este periodo se llegaron a realizar marchas que convocaron hasta 600.000 personas, las cuales fueron reprimidas con el uso de la policía, unos 20.000 yakuza y más de 10.000 extremistas de derecha, haciendo que Tokio pareciera una zona de guerra en muchos momentos. La ira y las protestas fueron tan exacerbadas que incluso algunos estudiantes decidieron orinar en la Dieta Nacional como señal de protesta, algo muy poco común en una sociedad como la japonesa tan respetuosa de la autoridad y los protocolos. El 15 de junio de 1960, 100.000 manifestantes se enfrentaron a la policía en la Dieta Nacional encabezados por la Federación de Estudiantes de Todo Japón, causando la muerte de la joven Kanba Michiko, quien fue convertida en un ícono conocido como la Juana de Arco del movimiento estudiantil. La agitación fue tal que el viaje del presidente Eisenhower a Japón tuvo que ser cancelado, Kishi presentó su renuncia y todo su gabinete dimitiría un mes después.

Nobusuke Kishi. Primer Ministro entre 1957 y 1960
Kanba Michiko y las protestas estudiantiles de 1960

Por su parte, la guerra de Vietnam y el apoyo del gobierno japonés a los estadounidenses, inflamó aún más los ánimos de los manifestantes, provocando que en 1968 durante el Día Internacional contra la Guerra, unos 2.000 jóvenes tomaran el control de la estación de Shinjuku, en un incidente que se conoció como el motín de Shinjuku. Durante este acto, los trenes fueron bloqueados y los vagones fueron incendiados en protesta por la complicidad de los Ferrocarriles Nacionales de Japón en la Guerra de Vietnam, al permitir el transporte de pertrechos y combustible a las bases militares estadounidenses. Sin embargo, tal vez el levantamiento más resonado en esta época fue el de los estudiantes de medicina de la Universidad de Tokio, el cual pasó de una protesta local a congregar a más de 200 universidades, produciéndose la paralización total en octubre de 1968 de los campus de la Universidad de Tokio en Kongo y Komaba.

En consecuencia, tras la toma del Auditorio Yasuda durante un año, una torre de reloj de nueve pisos ubicada en el campus de la Universidad de Tokio, el Departamento de Policía Metropolitana de Tokio decidió actuar, movilizando a 8.500 agentes antidisturbios para desalojar a los estudiantes del edificio. La policía utilizó 10.000 granadas de gas lacrimógeno y roció gas desde helicópteros, junto al uso de cañones de agua y potentes camiones de bomberos para romper ventanas y puertas con barricadas. Los estudiantes contraatacaron arrojando losas rotas y una variedad de muebles desde el techo de la torre, dejando al final unos 270 de los 400 estudiantes detenidos con heridas de gravedad (incluyendo un estudiante ciego) y 710 policías heridos, en la batalla campal que se desató.

Motín de Shinjuku
Auditorio Yasuda

Tokio y los juegos olímpicos de 1964

Como vemos, para finales de la década de 1950, Tokio era una ciudad que despertaba sentimientos contrapuestos en sus visitantes, un caso claro de esto fueron las palabras del inglés James Kirkup, quien escribiría que: ´´La primera impresión que uno recibe no es tanto la de una ciudad como la de un suburbio industrial enorme e informe, extremadamente feo y ruidoso´´, para luego agregar que ´´pese a la monotonía y la severidad de Tokio, los propios japoneses vivaces, vitales, vibrantes y volátiles transforman su ciudad en el lugar más animado y fantástico del mundo moderno´´. En este orden de ideas, Tokio siempre ha tenido una característica que se puede resumir en la frase del escritor Ray Loriga, en su novela Tokio ya no nos quiere, la cual afirma que ´´Cuando uno está en Tokio, Tokio está por todas partes´´. Se podría decir, que desde Edo la ciudad siempre a fascinado y decepcionado a sus visitantes por igual, pero jamás ha pasado desapercibida para sus ojos y sus sentidos. Esto es algo muy interesante para esta época, puesto que marcará un antes y un después en la visión urbanística y vocacional de Tokio, al plantear soluciones a muchos de los problemas que se venían presentando desde le Restauración Meiji.

Así, cuando Tokio fue admitida como sede de los Juegos Olímpicos de 1964, la ciudad tenía grandes desafíos por delante, siendo tal vez el más importante de ellos las pésimas condiciones ambientales de la ciudad, provocadas por una industrialización descontrolada, el aumento de los automóviles, el uso de chimeneas para calentar los hogares, los fogones de leña para cocinar, los incendios de basura en los vertederos, las plantas de energía, entre otros factores. Este fenómeno llegó a ser tan importante que el Gobierno Metropolitano de Tokio, recibía contantes demandas de compensación por dolencias relacionadas con el smog. Además, muchos residentes se veían obligados a usar mascarillas, se instalaron estaciones de primeros auxilios para ayudar a las personas afectadas por el smog y algunos cafés se cubrieron con cortinas de plástico para disminuir el polvo y el humo que llegaba desde el exterior. Inclusive, con el aumento de los niveles de dióxido de azufre y monóxido de carbono en el aire de la ciudad, la perspectiva de realizar los Juegos Olímpicos se vio comprometida en varios momentos.

Contaminación en Tokio

Todo esto sería visto por Minobe Ryokichi gobernador de Tokio entre 1967 y 1979, quien basaría su mandato en el lema ´´Traigamos de vuelta los cielos azules a Tokio´´. En consecuencia, se dejó de privilegiar solo el desarrollo económico acelerado, la inversión inmobiliaria especulativa y la expansión corporativa, con el fin de generar espacios de bienestar para la población y medidas para mejorar las condiciones ambientales de la ciudad. Con esto en mente, se construyeron gran cantidad de zonas peatonales, se promulgó la Ordenanza de Contaminación Metropolitana de Tokio y se presionó a la industria pesada para que se trasladara fuera de los límites de la ciudad, logrando que la mayoría de ellas abandonara la ciudad en la próxima década.

Todo este proyecto se sumó a los dos tercios del presupuesto de las “Olimpiadas de un billón de yenes”, que fueron utilizados para mejorar y modernizar la infraestructura de Tokio. Con esta inversión, se construyó el tren de Tokaido Shinkansen que conecta la capital con Osaka, 100 kilómetros de nuevas supercarreteras, nuevas líneas de metro, se mejoraron las calles y se construyó un monorriel y una carretera costera elevada que unía el centro de Tokio con el Aeropuerto Internacional de Haneda. Asimismo, Washington Heights sería reconvertido en una Villa Olímpica, conectada por la Autopista de Tokio que condujo al relleno y la pérdida permanente de varios canales prominentes de la ciudad.

Una de las consecuencias negativas de esta modernización fue que los canales de la ciudad otrora limpios, se fueron llenando progresivamente de basura y escombros, cuestión que más tarde sería abordada por el gobierno de la ciudad que realizó enormes esfuerzos por recuperarlos. Además, en palabras de la Revista Life, en vísperas de los Juegos olímpicos Tokio fue la ´´primera ciudad del mundo con un sistema de monorriel que conecta el aeropuerto con el centro urbano, pero no tiene un sistema de alcantarillado en toda la ciudad´´. Es más, tan solo una cuarta parte de los veintitrés distritos de la ciudad tenían algo parecido a un sistema de alcantarillado moderno, haciendo que los desechos humanos tuvieran que ser aspirados de debajo de los edificios por camiones aspiradores, los cuales al recorrer la ciudad dejaban un olor no muy agradable.

Minobe Ryokichi gobernador de Tokio entre 1967 y 1979
Tren de Tokaido Shinkansen
Monorriel Aeropuerto Internacional de Haneda
Camiones aspiradores
Canales de Tokio en la actualidad

Por otro lado, la alta demanda de nuevas viviendas y la enorme presión demográfica, motivó la creación de grandes proyectos de construcción pública de zonas residenciales. Estos complejos habitacionales oscilaban entre lugares muy cómodos y vanguardistas, hasta viviendas públicas de estilo soviético, destinadas a ser habitadas por los trabajadores y estudiantes que llegaban a Tokio de todo el país, las cuales solo aportaban espacios de dos habitaciones donde los migrantes carentes de recursos debían acomodarse. Para hacernos una idea entre 1955 y 1965, la población de Tokio pasó de 13,2 millones a 18,8 millones de habitantes, generando un problema de urbanización muy complejo que motivó la generación de nuevos modelos de ciudad. No obstante, a pesar de todos estos problemas por resolver los Juegos Olímpicos fueron aclamados como un éxito rotundo, siendo la llama olímpica encendida por un joven nacido en Hiroshima el día del lanzamiento de la bomba atómica. Igualmente, los deportistas japoneses lograrían ganar unas impresionantes dieciséis medallas de oro, quedando únicamente por detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética. Con esto, Japón había dejado de ser un país desolado por la guerra y aislado de la política internacional, mostrándole al mundo que en tan solo 19 años había logrado transformar un montón de escombros en una metrópolis internacional.

Viviendas Danchi

De igual manera, en 1960 se implementarían varios planes cuyo objetivo era diseñar un crecimiento urbano capaz de adaptarse a la explosión demográfica de la ciudad, puesto que esta duplicaría su población entre 1950 y 1970. Con ello, se inició la construcción de ambiciosos complejos de rascacielos que cambiarían para siempre el paisaje urbano de Tokio. A su vez, hubo muchos proyectos bastante idealistas para expandir la ciudad hacia el mar, colonizando las aguas de la bahía de Tokio con una red de carreteras y zonificación para viviendas e industrias futuristas. Sin embargo, aunque esto no pasó de planes generales, sirvió de inspiración para la ficción nipona en obras como las del mangaka Otomo Katsuhiro, quien en su obra maestra Akira, mostraría a Neo-Tokio como una mega ciudad que había cumplido los proyectos que se plantaron durante los Juegos Olímpicos.

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