Desintegración de Yugoslavia y violencia étnico-religiosa en los Balcanes

Orígenes de la configuración política de Yugoslavia

El caso de Yugoslavia es bastante particular en la historia reciente de la humanidad, debido a que después de la Guerra Fría este país se postulaba como uno de los protagonistas más importantes en un mundo dominado por la bipolaridad, planteándose como una alternativa frente al comunismo estalinista y el capitalismo estadounidense. De alguna manera Yugoslavia se convirtió en un ejemplo para el llamado Tercer Mundo, al encabezar la creación del Movimiento de los Países No Alineados en 1955, cuyos Estados miembros buscaban separarse de las luchas ideológicas de las dos superpotencias mundiales y garantizar para sí niveles aceptables de desarrollo e independencia política. 

No obstante, pese al liderazgo que Yugoslavia demostró durante las primeras décadas de su independencia, el país se desmembró de manera violenta y vertiginosa en 1992, separándose en pequeñas repúblicas enfrentadas que aun hoy amenazan con despertar conflictos civiles e interestatales en Europa del Este. Ahora bien, para comenzar a hablar sobre la desintegración de Yugoslavia es necesario primero entender bajo qué contexto nació este país y de dónde partieron los odios entre poblaciones que en primera instancia deberían parecerse de manera significativa entre ellas. La configuración política, demográfica, religiosa, social y política de los territorios que componen los Balcanes y en específico Yugoslavia, está directamente relacionada con las luchas de potencias regionales y grandes imperios que se han disputado el control de esta importante región, concebida por los rusos como una oportunidad de llegar al Mediterráneo, como una forma de presionar a las potencias centrales de Europa o como la clave para debilitar el poder imperial otomano.

Mapa mundial con los territorios coloniales entre 1914 y la actualidad
Líderes de los países no alineados en 1961
Evolución política de la Península de los Balcanes

En este sentido, entre el 1354 y el 1541 el Imperio otomano libró una lucha contra los pueblos ubicados en los Balcanes con el fin de consolidar su dominio, estando a punto incluso de conquistar Viena, aquello llevó a una hegemonía otomana sobre la región que se extendió hasta el siglo XIX, momento en que las ideas del nacionalismo y la ayuda rusa y británica ayudaron a la aparición de nuevos países independientes en los Balcanes. Durante este periodo un enorme número de pueblos balcánicos fueron islamizados entre ellos Bosnia, Albania, Creta y las montañas Rodopi, cuestión que desataría un complejo proceso de limpiezas étnicas en la región durante el siglo XIX, cuando serbios y búlgaros luego de alcanzar su independencia procedieron a masacrar o expulsar a la mayoría de los musulmanes residentes en sus territorios, pese a que la mayoría de ellos no eran étnicamente turcos sino eslavos o de otras etnias. Algo parecido sucedería en el Imperio otomano, donde se cometieron genocidios y traslados forzosos de minorías cristianas como fue el caso de griegos, asirios y armenios.

En consecuencia, la Primera Guerra de los Balcanes (1912-1913) enfrentó al Reino de Bulgaria, Reino de Serbia, Reino de Grecia y Reino de Montenegro contra el Imperio otomano, generándose una sangrienta guerra que remodelaría el mapa de la zona para siempre. Así, la construcción de la identidad nacional en los Balcanes produjo un movimiento que implicó el asesinato del 27% de la población musulmana que habitaba la región antes de 1912, la expulsión del 35% y la permanencia en los territorios de tan solo un 38%, esto sin incluir los 100.000 musulmanes muertos en Albania. Según diferentes autores, entre 1.100.000 y 1.500.000 musulmanes fueron asesinados o expulsados de los Balcanes, en una tragedia demográfica que en muchas ocasiones ha pasado completamente desapercibida. Lo particular de la situación es que muchos de esos musulmanes refugiados al llegar a Turquía ni siquiera podían hablar turco, debido a que su idioma natal era el serbio, el montenegrino, el albanés o el búlgaro, lo que nos muestra la profunda división de la región mucho antes de la existencia misma del Estado yugoslavo.

Islamización de los Balcanes
Persecución a musulmanes durante las Guerras de los Balcanes (1912-1913)

En este sentido, entre el 1354 y el 1541 el Imperio otomano libró una lucha contra los pueblos ubicados en los Balcanes con el fin de consolidar su dominio, estando a punto incluso de conquistar Viena, aquello llevó a un control otomano sobre la región que se extendió hasta el siglo XIX, momento en que las ideas del nacionalismo y la ayuda rusa y británica ayudaron a la aparición de nuevos países independientes en los Balcanes. Durante este periodo un enorme número de pueblos balcánicos fueron islamizados entre ellos Bosnia, Albania, Creta y las montañas Rodopi, cuestión que desataría un complejo proceso de limpiezas étnicas en la región durante el siglo XIX, cuando serbios y búlgaros luego de alcanzar su independencia procedieron a masacrar o expulsar a la mayoría de los musulmanes residentes en sus territorios, pese a que la mayoría de ellos no eran étnicamente turcos sino eslavos. Algo parecido sucedería en el Imperio otomano, donde se cometieron genocidios y traslado forzoso de minorías cristianas como fue el caso de griegos, asirios y armenios. 

En consecuencia, la Primera Guerra de los Balcanes (1912-1913) enfrentó al Reino de Bulgaria, Reino de Serbia, Reino de Grecia y Reino de Montenegro contra el Imperio otomano, generándose una sangrienta guerra que remodelaría el mapa de la zona para siempre. Así, en la construcción de la identidad nacional de los Balcanes se produjo un movimiento que implicó el asesinato del 27% de la población musulmana que habitaba la región antes de 1912, la expulsión del 35% y la permanencia en los territorios de tan solo un 38%, sin incluir los 100.000 musulmanes muertos en Albania. Según diferentes autores, entre 1.100.000 y 1.500.000 musulmanes fueron asesinados o expulsados de los Balcanes, en una tragedia demográfica que en muchas ocasiones ha pasado completamente desapercibida. Lo particular de la situación es que muchos de esos musulmanes refugiados al llegar a Turquía ni siquiera podían hablar turco, debido a que su idioma natal era el serbio, el montenegrino, el albanés o el búlgaro, lo que nos muestra la profunda división de la región mucho antes de la existencia misma del Estado yugoslavo.

Destrucción de mezquitas otomanas

Pueblo

Durante el dominio otomano

Tras la Guerra de los Balcanes

Shumen (Bulgaria)

40

3

Serres (Macedonia)

60

3

Belgrado (Serbia)

>100

1

Sofia (Bulgaria)

>100

1

Ruse (Bulgaria)

36

1

Mitrovica de Sirmia (Serbia)

17

0

Osijek (Croacia)

7

0

Požega (Croacia)

14-15

0

Esto es importante porqué la violencia evidenciada en esta época nos prefigura cómo se fueron construyendo los odios históricos, la configuración territorial y la distribución étnico-religiosa de los Balcanes, vaticinando todos aquellos conflictos que se produjeron después de la disolución de Yugoslavia. Un ejemplo de esto es que luego de que los vencedores de la Primera Guerra de los Balcanes obtuvieran su independencia, se desató seguidamente una Segunda Guerra de los Balcanes (1913) que enfrentó al Reino de Bulgaria, Reino de Serbia, Reino de Rumania, Imperio otomano, Reino de Grecia y Reino de Montenegro, con el fin de delimitar las fronteras que cada país tendría en un futuro. Dicha situación se comenzó a gestar luego de la masacres de albaneses en la Primera Guerra de los Balcanes, donde se calcula que entre 10.000 y 25.000 albaneses fueron asesinados o murieron a causa del hambre y el frío durante ese período. Además, la violencia extrema de las guerras yugoslavas ya entraba en escena, si se observa que durante estas masacre se recurrió comúnmente a torturas donde civiles fueron enterrados vivos y se les cortaron los labios, nariz, orejas, lengua y ojos, en una violencia a gran escala que incluyó ´´la transformación del carácter étnico de las regiones habitadas exclusivamente por albaneses´´. Se calcula además que 23.000 albaneses murieron en prisiones serbias, montenegrinas y griegas, reduciéndose a cenizas más de 140 poblaciones albanesas solo por las fuerzas serbias.

Segunda Guerra de los Balcanes (1913)
Masacre de Gjilan en Kosovo (1912)

Sin embargo, luego de la nueva repartición de los territorios balcánicos grandes minorías de albaneses que habían permanecido en los Balcanes quedaron bajo jurisdicción serbia y montenegrina, debido a que solo alrededor de la mitad del territorio habitado por personas de etnia albanesa fue otorgado al recién establecido Principado de Albania. Esto trajo dos consecuencias, la instalación en los serbios de la idea de que sus intervenciones en los Balcanes había sido motivadas por su posición de libertadores y su destino histórico en la región, mientras que por otro lado en Albania y Kosovo las intervenciones de serbios, montenegrinos y griegos, fueron entendidas como el ataque de enemigos de larga data que torturaron y masacraron al pueblo albanes.

Principado de Albania (1913)

Los Balcanes en la Primera Guerra Mundial

En esta misma época, los territorios de Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina quedaron bajo control del Imperio austrohúngaro, siendo el atentado ejecutado por el movimiento independentista serbio, Joven Bosnia y la organización serbia Unificación o Muerte también conocida como Mano Negra, el causante del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria durante su visita a Sarajevo, convirtiéndose en una de las principales causas que desencadenaría la Primera Guerra Mundial y el fin del Imperio Austrohúngaro. Aquello posibilitó la creación de un supra Estado llamado Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, el cual luego de una serie de conflictos internos, pobreza y desequilibrios entre las diferentes instancias del poder, pasaría de ser una monarquía constitucional a una monarquía absolutista denominada como el Reino de Yugoslavia. Esto último no solucionaría los problemas internos del país debido a que serían los serbios quienes manejarían primordialmente el poder, generando movimientos revolucionarios en lugares como Croacia y Macedonia del Norte. Esta inestabilidad tendría su punto cúspide en la Segunda Guerra Mundial cuando las potencias del eje buscaron atraer al Reino de Yugoslavia a su órbita, por lo que tras la negativa de consolidar una alianza el país fue invadido, ocupado y desmembrado en tres Estados títeres y el resto repartido entre Italia, Montenegro, Bulgaria y Hungría.

Caricatura sobre la situación de los balcanes antes de 1914
Distribución étnica del Imperio austrohúngaro
Archiduque Francisco Fernando de Austria (1914)
Gavrilo Princip miembro de la Joven Bosnia
Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (1918-1929)

Los Balcanes en la Segunda Guerra Mundial

Bajo el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Josip Broz Tito encabezó una resistencia armada articulada bajo los principios del comunismo, motivado en parte por la vergüenza que sentía de que los croatas a los que pertenecía, hubiesen establecido una alianza con los nazis a través de los Ustacha. Ahora bien, los Ustacha croatas eran particularmente violentos en sus prácticas e ideología nacionalista, haciendo ruborizar incluso a muchos nazis que se quejaban de la poca justificación y beneficio de sus acciones y brutalidad. En este sentido, su ideología implicaba el deseo de liberar a Croacia de su anterior opresión y degradación a manos del poder demográfico y político serbio, cuya población representaba alrededor de un tercio de los habitantes del territorio croata. Conjuntamente, su deseo era expulsar a cualquier elemento extraño de la nación croata, incluyendo a comunistas y a cualquier defensor de la idea de una Yugoslavia unificada. Como vemos la idea nacionalista de que cada nación es equivalente a un Estado, puso en marcha enormes episodios de violencia alrededor de los Balcanes, mucho más si tenemos en cuenta que ahora también se mezclaba este concepto con el de raza. Para hacernos una idea del radicalismo los Ustacha, basta con señalar que sus miembros concebían su ideología como una religión y escuchar uno de sus lemas más recordados pronunciado por Ante Pavelić (político y dictador croata, quien fue líder y miembro fundador de la Ustacha), el cual afirmaba que un ustacha que no pusiese sacar a un niño del vientre de su madre con una daga, no era un buen ustacha.

División del Reino de Yugoslavia tras la derrota de abril de 1941
Ustachas
División del Reino de Yugoslavia tras la derrota de abril de 1941
Ustachas
Holocausto en el Estado Independiente de Croacia

Etnia o religión

Víctimas mortales

Serbios

320.000 a 340.000

Judíos

32.000 (en algunos lugares hasta el 78% de la población judía)

Romaníes

25.000 (casi toda la población romaní en el EIC)

Este nivel de brutalidad despertó un elevado número de focos de resistencia en todo el territorio del extinto Reino de Yugoslavia, creando un nuevo agravio entre serbios y croatas que sería determinante para el futuro de la región. Ahora bien, en este contexto de guerra y limpieza étnica, surgió la figura de Tito como un líder carismático y un militar efectivo. El éxito de la resistencia comunista de Tito fue tal, que logró resistir a las fuerzas del eje y sus Estados títere sin recibir prácticamente ninguna ayuda por parte de los Aliados hasta fines de 1944, a diferencia de lo que ocurrió en otros países ocupados que recibieron apoyo constante desde el inicio de la guerra por una u otra potencia aliada. Aquello le dio al país una enorme independencia tras recuperar su soberanía al no deberle su liberación a ninguno de los vencedores, por lo que tras el fin de la guerra pudo establecerse la conocida como República Democrática Federal de Yugoslavia en 1945, nombre que cambiaría en 1946 por el de República Federal Popular de Yugoslavia. Una vez reestablecido el orden en el país, se realizó un referéndum que eliminó la monarquía y convirtió a Tito en el líder del Partido Comunista de Yugoslavia, con la particularidad de que dicho partido en ningún momento fue un títere de la Unión Soviética como ocurrió en la mayoría de los países de Europa. Del mismo modo, la sola composición del Estado yugoslavo era sorprendente, al reunir dentro de sus fronteras a seis repúblicas (Serbia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Eslovenia, Montenegro y Macedonia) y dos regiones autónomas (Kosovo y Voivodina), las cuales en principio históricamente estaban enfrentadas.

Macizo de Zelengora
Josip Broz Tito
Yugoslavia después de 1945
Repúblicas yugoslavas

Yugoslavia durante la posguerra

Pese a los estragos que causó la Segunda Guerra Mundial en los Balcanes, la Yugoslavia de Tito lograría reducir ampliamente en un corto periodo de tiempo el analfabetismo, mejoró en términos generales la economía, dio a Yugoslavia un papel en el ámbito internacional y estableció estándares de desarrollo bastante aceptables, por lo que muy pocas personas hubiesen podido advertir lo que ocurriría en los noventa con el país. Es de señalar que en 1963 el nombre del país sería cambiado de República Federal Popular de Yugoslavia a República Federativa Socialista de Yugoslavia, convirtiéndose para la época en un caso de éxito en la creación de un Estado socialista funcional en la posguerra. No obstante, de fondo la estabilidad de Yugoslavia era solo relativa debido a la inmensa diversidad de pueblos que la componían, incluyendo seis identidades nacionales, cuatro idiomas, tres religiones y dos alfabetos. Asimismo, dentro de Yugoslavia existía una brecha enorme entre un norte mucho más desarrollado y regiones que nunca terminaban de despegar económicamente. No es de extrañar que el sistema político yugoslavo fuera extremadamente intolerante con cualquier tipo de disidencia que pusiera en peligro la estabilidad de la Federación, por lo que el gobierno de Tito aplicó altas tasas de represión para mantener la cohesión interna, prohibió cualquier reivindicación religiosa o nacionalista y recortó al mínimo la libertad de expresión en torno a diversos temas, llegando a encarcelar a cerca de 16.000 presos políticos solo en la prisión de Goli Otok, conocida como el Gulag de Tito.

PIB per cápita (nominal) en las distintas repúblicas (1989)
Prisión de Goli Otok
Manifestación de estudiantes en Belgrado (1968). El cartel reza “Libertad”

Recordemos entonces que Yugoslavia había sido heredera de los intentos de federación de los eslavos del sur, luego de la acción imperial de bizantinos, otomanos, austrohúngaros, italianos y alemanes, los cuales habían sembrado una diferenciación radical en un conjunto de pueblos que se organizaron a través de fronteras muchas veces artificiales, impidiendo con ello una consolidación adecuada de las dinámicas políticas, sociales, económicas, demográficas y religiosas locales. De alguna manera, las pequeñas y grandes diferencias entre los pueblos de la región, han sido constantemente explotadas por fuerzas internas y externas en su lucha por controlar la región, al punto de que en las Ciencias Políticas se ha acuñado el término balcanización para hablar de la división de un pueblo en función de determinados intereses.

Dicho fenómeno es vital para entender el proceso de integración y desintegración de Yugoslavia, puesto que muestra porque el comunismo como una identidad basada en principios y no en factores étnicos y religiosos, sirvió de pegamento para dar un objetivo en común a sociedades que llevaban matándose atrozmente desde el siglo XIX. Tito consiente de este hecho, aprovechó la ideología comunista para unificar a las diferentes guerrillas que se enfrentaban a las fuerzas del Eje y sus aliados, lo que se tradujo en que los enemigos ya no eran croatas, bosnios, eslovenos, albaneses-kosovares, etc., sino el fascismo y las personas que lo practicaran sin importar su nacionalidad o pertenencia religiosa, creando así un enemigo común al que todos los grupos podían enfrentar. Esto último se combinó con el mando carismático de Tito, el conocimiento que los guerrilleros tenían del terreno y la comprobada eficacia de una resistencia yugoslava unificada, sentando las bases para la creación de un Estado aconfesional y alejado de las disputas étnicas.

Afiche “¡Viva el Ejército Yugoslavo, guardián de la libertad de nuestros pueblos!”
Afiche “Exposición Conmemorativa de Artistas–Pintores Muertos en la Lucha Popular de Liberación”

Por otro lado, el comunismo de Tito podía arrojarse el logró de que Yugoslavia no había sido liberada del dominio nazi por potencias extranjeras, haciendo que una identidad ligada al comunismo triunfante reforzara los lazos entre poblaciones que de otra forma solo tendrían frente a sí los rencores históricos que las dividían. Dicho de otra manera, el comunismo en Yugoslavia no fue un comunismo de Estado como en la Unión Soviética, sino un levantamiento popular en contra de los nazis y sus aliados, convirtiéndose en la base ideológica para la construcción de una identidad supranacional que primó sobre un contexto de identidades fragmentadas, odios históricos y deseos de venganza. Recordemos que los bosnios y herzegovinos son musulmanes por la historia otomana, los eslovenos y los croatas son cristianos romanos porque formaron parte del Imperio austrohúngaro, los serbios y montenegrinos son ortodoxos por la expansión rusa y bizantina y los macedonios del norte fueron vistos recurrentemente como un botín que todos los demás grupos buscaban anexar a su proyecto nacional. 

En consecuencia, el comunismo con su escepticismo frente a la religión y su rechazo a los Estado nacionales, organizó a la sociedad no a través de nacionalidades sino por clases sociales, facilitando una cohesión que el nacionalismo no permitiría a un Estado que es por definición una Federación de pueblos. Igualmente, frente a la contradicción de ser comunistas estalinistas (entendiendo a la Unión Soviética como madre política de todos los Estados comunistas) y mantener la independencia política del país, Tito supo establecer un límite a los intereses imperiales soviéticos y asentar el comunismo del país como un comunismo netamente yugoslavo, creando con ello una comunidad de destino, un orgullo propio y un lugar para el país en el sistema internacional. Esto quiere decir que no se podía ser nacionalista y comunista al mismo tiempo, por lo que cualquier defensor de las ideas nacionales sin importar su origen étnico o religioso, fue perseguido pese a la gran resistencia que se presentó desde la fundación de Yugoslavia a la eliminación de los intereses nacionales y religiosos. Por otro lado, el proyecto yugoslavo se articuló a otros centros del mundo descolonizado después de 1945, entablando relaciones con la India de Nehru, el Egipto del panarabismo de Nasser y la Indonesia de Sukarno, dando forma a los Países no Alineados en plena Guerra Fría con Tito como primer secretario de la organización. El conjunto de todos estos fenómenos permitió que Yugoslavia viviera 35 años de paz hasta poco después de la muerte de Tito en 1980, momento en que el liderazgo del país va a ir circundando entre las diferentes nacionalidad, las cuales fueron despertando mayor autoconciencia pese a que el comunismo aun las mantenía unidas social y políticamente.

Niño serbio cuya familia fue asesinada por musulmanes bosnios. Periódico serbio Večernje novosti durante la Guerra de Bosnia
Croacia de necesita

Con el fallecimiento de Tito el control de todas las tradiciones nacionalistas y religiosas de Yugoslavia se hizo cada vez más difícil, lo que dejó la puerta abierta para que los serbios fueran poco a poco apoderándose del control del ejército yugoslavo, para entonces una maquinaria formidable aceitada por el constante temor que despertaba una invasión soviética. Sin embargo, con la perspectiva del peligro soviético cada vez más lejana, la eminencia de un enemigo externo se fue haciendo más débil, permitiendo que las armas apuntaran progresivamente hacia el interior de las fronteras del país. En consecuencia, se hizo complicado contener los intereses nacionales de cada grupo y defender la primacía de necesidades colectivas, mucho más si tenemos en cuenta que el equilibrio de poder que garantizaba la convivencia entre etnias, se estaba decantando sin pausa hacia los serbios. Por último, la caída de la Unión Soviética daría un mazazo al comunismo como ideología política a nivel mundial, desprestigiando el modelo yugoslavo entre muchos de sus ciudadanos que se comenzaron a apegar férreamente a los nacionalismos particulares de cada una de las repúblicas.

Esta situación se vio agravada cuando los serbios se negaron a entregar el poder a los eslovenos como se había pactado luego de la muerte de Tito, decisión que fragmentó al Partido Comunista yugoslavo y otorgó a los eslovenos una justificación para abandonar el partido y luego la federación. De alguna manera, la desintegración de Yugoslavia puede entenderse como la desintegración del comunismo como sistema político, motivado por la crisis que esta ideología sufrió tras la caída soviética y el fin de la Guerra Fría. Para explicar esto, es necesario observar que la Guerra Fría dio una identidad y un destino propio a Yugoslavia, convirtiendo al país en líder de los Países no Alineados y a su resistencia al comunismo soviético en un símbolo para el Tercer Mundo. Dicho papel era imposible de conservar en el contexto de un mundo unipolar donde Yugoslavia perdió el sentido de pertenencia a un bloque general, se frenó la lucha por proponer alternativas al comunismo de Estado y se crearon las condiciones para que los serbios destruyeran la igualdad necesaria para que un marco comunista fuese viable para mantener unidas a 6 naciones.

Desde este punto, el independentismo se hizo inevitable y la búsqueda de un Estado-nación para cada república se convirtió en un objetivo que centralizó la identidad de cada pueblo. Este nuevo escenario aparentemente no era apoyado por los Estados de Europa occidental, quienes veían en la fragmentación de Yugoslavia una amenaza a su seguridad, dado que podía crear incentivos para que los movimientos nacionalistas de corte independentista en sus territorios cobraran vitalidad. Sin embargo, existió una doble agenda donde cada país buscó atraer a su órbita a entidades como Eslovenia o Croacia por su significativo desarrollo económico, lo cual llevó a que Alemania reconociera la independencia eslovena y diera viabilidad al reclamo de soberanía del resto de repúblicas de Yugoslavia.

Presidente bosnio-serbio Radovan Karadžić
Presidente croata Franjo Tuđman
Presidente esloveno Milan Kučan
Alija Izetbegović, nacionalista bosnio musulmán y líder de Bosnia
Referéndums de independencias

Llegado este punto, se hizo inevitable el choque entre unos serbios fortalecidos y enraizados en la estructura militar de Yugoslavia y fuerzas como las croatas, con quienes además aun existían odios históricos recientes y deseos de venganza por el papel de los croatas en la ocupación nazi y las matanzas hacia comunidades serbias. De alguna manera el nacionalismo croata fue interpretado por los serbios como un resurgir del fascismo de la Segunda Guerra Mundial, incentivando la acción de guerrillas serbias en territorio croata que deseaban anexionarse a Serbia. junto a una respuesta militar del ejército yugoslavo al mando del presidente serbio Milosevic. No obstante, aunque este conflicto no sería uno de los más sangrientos de las guerras yugoslavas que se desataron entre 1991 y 2001, se calcula que dejó 25.000 personas muertas y entre 150.000 a 250.000 serbo-croatas desplazados. Por su parte, la composición étnica de Krajina donde se encontraban grandes minorías serbias, vivió un episodio de desplazamiento masivo donde entre abril de 1991 a julio de 1992, los serbios aumentaron su poso demográfico de un 52,3% a un 88% de la población total de la región. El número total de croatas y otros no serbios exiliados, oscila entre 170.00  hasta un cuarto de millón de personas que tuvieron que abandonar sus hogares precipitadamente. 

Autodeclarada República de Serbia Krajina en 1991
Composición étnica de Krajina de abril de 1991 a julio de 1992. Los serbios aumentaron del 52,3% al 88% de la población total
Guerra de los 10 días en 1991. Durante la Independencia de Eslovenia

Ahora bien, en el momento en que el desarrollo de la guerra se presentó como desfavorable para los serbios la anterior tendencia de desplazamientos se invirtió, provocando que entre 200.000 y 250.000 serbios tuvieran que abandonar el territorio croata. Al mismo tiempo, Bosnia y Herzegovina expresó también sus deseos de independencia, siendo esta inmediatamente rechazada por los serbios argumentando que en su territorio habitaban 1.600.000 serbios cuya seguridad no podía ser garantizada, mientras que Croacia afirmaba algo parecido con los croatas residentes en este territorio. La comunidad internacional aceptó las quejas de Serbia pidiendo a las autoridades bosnias aplazar su petición de independencia, pese a que esta había sido concedida a otros pueblos como los eslovacos, croatas o los países bálticos, lo que no sentó para nada bien a la población musulmana de Bosnia y Herzegovina. Ahora bien, para entender la distribución demográfica de los Balcanes, debemos tener presente que sus fronteras se modificaron una y otra vez por la acción de imperios que competían por la supremacía en la región, la consecuencia de esto fue el establecimiento de enclaves de población que pese a ser serbia, bosnia, albana, etc., quedó concentrada en los límites de uno u otro territorio con una mayoría étnica o religiosa diferente.

La población serbia en Croacia se redujo en más de dos tercios tras la guerra de 1991-1995
Entre 200.000 y 250.000 serbios abandonan Croacia

Todo lo anterior configuró un escenario bastante complejo, puesto que en Bosnia y Herzegovina se combinaron un conjunto de dinámicas que hicieron especialmente sangriento su proceso de independencia, al incluir una diversidad étnico-religiosa considerable que enfrentaba a croatas, serbios, bosnios, musulmanes, ortodoxos y cristianos, estar mediada por una política internacional que temía la formación de un Estado islámico en las puertas de Europa (aunque este fuese moderado), enfrentarse al reforzamiento del proyecto nacionalista de la Gran Serbia y en general compartir las problemáticas más importantes de los demás procesos de desintegración que se estaban produciendo en el resto de Yugoslavia. En comparación, la independencia de Eslovenia en 1991 no conllevó la misma complejidad y una lucha encarnizada, presentándose solo una lucha de 10 días entre las fuerzas independentistas y el ejército yugoslavo. En buena medida esto fue posible gracias a que dentro de su territorio se mantenía una enorme homogeneidad a nivel poblacional, lo que limitó los intereses serbios o de otras repúblicas yugoslavas en mantener su unión a la federación. Muy parecido fue el caso de Macedonia, cuya importancia geopolítica para países como Grecia, Bulgaria, Albania y Turquía, amenazaba con una intervención internacional en caso de que el ejército yugoslavo decidiera impedir su independencia luego del referéndum realizado en septiembre de 1991.

Composición étnica de Bosnia y Herzegovina
Identificación religiosa en Yugoslavia

Luego de la independencia eslovena en 1992 los serbios tuvieron el control total del ejército yugoslavo, el cual se enfrentaría a diferentes grupos de milicianos por todo el territorio del país, cuyos miembros tenían la experiencia organizativa y militar que les había dejado la lucha contra los alemanes, italianos y ustasha croatas. Además, la confrontación con los serbios no evitó que surgiesen disputas entre diferentes pueblos, desencadenándose una lucha fratricida por toda Yugoslavia. El caso de Kosovo es particular pues este territorio se articulaba al pensamiento mítico del origen de la nación serbia, la cual desde el punto de vista del nacionalismo serbio había sido derrotada y humillada por los otomanos en 1389, quienes luego de someter a los serbios llevaron la fe del islam en detrimento del cristianismo ortodoxo y promovieron la inmigración albanesa hasta cambiar la composición étnica de Kosovo. Por tanto, bajo la lógica de la Gran Serbia todos aquellos territorios que habían pertenecido a su área de influencia en el siglo XIV, debían volver a integrarse a sus fronteras por los medios que fuesen necesarios.

Mapa de la Gran Serbia Incluye República de Macedonia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, la Krajina, Eslavonia y Dalmacia (estas tres últimas en la actual Croacia)
Mural que muestra el mapa de Kosovo en una bandera serbia, en un barrio de mayoría étnica serbia (2021)

Lo anterior sirvió de sustento ideológico para que un personaje como Milosevic pudiese aferrarse al poder sin recurrir a un marco comunista que ya era inexistente en Serbia, siendo reemplazado por el odio racial que sería la fuente de la identidad serbia en su intento por recuperar lo que consideraba suyo por derecho. Como es lógico, esto desató el temor en las demás repúblicas y territorios autónomos, exacerbando el nacionalismo radical y la persecución racial y religiosa como política de Estado. Este mismo discurso se aplicó a los intentos de anexionar zonas de mayoría serbia en Croacia, creando una política de homogenización étnico-religiosa que avanzó en la anexión de los enclaves de mayoría serbia, quedando por fuera de la idea de la construcción nacional cualquiera que no cumpliera con los criterios étnicos y religiosos del nacionalismo serbio.

Así, el término limpieza étnica se hizo recurrente no solo en Serbia sino en el resto de pueblos que se encontraban enfrentados. Esto fue especialmente cierto en Bosnia y Herzegovina, donde los cerca de un 1.600.00 serbobosnios y 553.000 bosniocroatas, contribuyeron a que el nacionalismo bosnio musulmán fuera interpretado como la amenaza de un resurgimiento del islam en el corazón de los Balcanes. A partir de entonces, un país con 4.354.911 habitantes que se había distinguido por la multiculturalidad y la convivencia de musulmanes, cristianos y ortodoxos, divididos en un 43.7% de bosnios, 31.3% de serbios, 17.3% de croatas y un 5.5% de personas que se consideraban a sí mismas yugoslavas (en comparación con el 1% en el resto de territorios de la federación), se convirtió en un polvorín de nacionalismos religiosos enfrentados hasta la muerte. La alianza serbo-croata llegó a ocupar un 51 % del territorio de Bosnia y Herzegovina, dejando cerca de 100.000 civiles (83% bosnios musulmanes y 17% serbios) y militares muertos y 1.8 millones de desplazados. La devastación fue tal que tras la guerra 500.000 de las 1.295.000 viviendas de Bosnia resultaron dañadas o destruidas, 5.254 edificios religiosos quedaron en ruinas (lo que representó el 45% de los edificios religiosos musulmanes) y ciudades enteras fueron sitiadas por hambre. 

Slobodan Milošević, Presidente de la República de Serbia (1991-1997)
Limpieza étnica en Bosnia
Centro Conmemorativo del Genocidio de Srebrenica
Fikret Alic posa con la portada de Time mientras esta recluido en un campo de concentración serbio. Asiste a la condena de Mladic (carnicero de Bosnia)

Para justificar sus acciones, los serbios argumentarían que Bosnia y Herzegovina no era un Estado construido a partir de una experiencia histórica, sino un cuerpo político artificial que expropiaba el antiguo territorio serbio que estaban comprometidos a recuperar. De esta forma, se desató una limpieza étnica a gran escala que incluyó cercos a ciudades y poblaciones, cuya finalidad no era obtener victorias estratégicas o derrotar fuerzas combatientes, sino conseguir que los civiles bosnios musulmanes murieran de hambre. La deshumanización de los musulmanes bosnios fue tal que los soldados serbios optaron por esconder bombas cerca de trampas con comida en ciudades que morían de hambre, bombardearon a población civil concentrada en plazas públicas, construyeron campos de concentración que recordaban a los nazis y destruyeron los símbolos de identidad de los bosnios musulmanes como pueden ser lugares de culto, cementerios y edificios culturales e históricos.

Ratko Mladić, jefe de Estado Mayor del Ejército de la República Srpska durante la guerra en Bosnia

Sería especialmente infame el Sitio de Sarajevo (1992-1996), debido a la crueldad de los actos que se llevaron a cabo en esta ciudad por parte de las fuerzas serbias y la inacción de la comunidad internacional a la hora de detener el genocidio que se estaba perpetrando. Del mismo modo, las expresiones de resistencia de la población bosnioherzegovina son mundialmente conocidas, debido a los actos de artistas como Vedran Smailović conocido como el violonchelista de Sarajevo, quien se dedicó en pleno sitio a brindar homenaje a las víctimas en lugares públicos, tocar gratis en los funerales para las familias que habían perdido a sus seres queridos y arriesgarse al fuego serbio que se concentraba en cualquier aglomeración de personas. Por otro lado, la actividad periodística del Diario de Sarajevo cuyos responsables constituían un grupo multiétnico que se dedicó a recopilar desde uno de los antiguos bunkers de Tito, los términos que se usaban para discriminar, degradar y deshumanizar a los diferentes pueblos de la antigua Yugoslavia con el objetivo de que fueran completamente excluidos de sus tirajes, se estableció como una de las formas de resistencia pacífica más elogiada de las guerras yugoslavas. Esta resistencia ha sido llamada por muchos expertos como una resistencia poética, al constituirse como una forma de mantener la esencia de la ciudad por medio de la actividad de artistas, poetas, literatos y periodistas, quienes debieron recurrir incluso a bolsas de supermercado para imprimir los periódicos o panfletos que mantuvieron cierta sensación de coherencia durante más de 3 años de sitio.

Vedran Smailović conocido como el violonchelista de Sarajevo
Todo Sarajevo es un cementerio
Welcome to Sarajevo (1997)

A diferencia del Holocausto nazi, estas limpiezas étnicas pese a la constante despreocupación del mundo, en muchas ocasiones fueron grabadas y trasmitidas en directo o en diferido por periodistas que se arriesgaron a pasar el cerco serbio, razón por la cual la política y hasta complicidad de Occidente ha sido duramente criticada. En este sentido, la gravedad de los acontecimientos se expresa en la idea de muchos serbios de exterminar cualquier rastro de los bosnios para establecer una Gran Serbia homogénea, llegando incluso a un acuerdo con Croacia para repartirse y aislar aún más a los bosnioherzegovinos del resto del mundo. Dado este escenario y la inacción occidental, algunas potencias musulmanas como el Afganistán de los muyahidines que hacía poco habían derrotado a los soviéticos, intentaron enviar algunos apoyos y armas a los bosnios musulmanes, despertando la idea de un choque de civilizaciones en muchas personas que sin embargo omiten toda la carga histórica y el contexto moderno del conflicto. Estos mil combatientes Muyahidines que llegaron a Bosnia, pese a su valor militar meramente simbólico también sirvieron para establecer el mito de que la existencia del país era un peligro para sus vecinos al traer intereses pan-islámicos a Europa. Se puede decir entonces que este acontecimiento fue convenientemente utilizado por diferentes fuerzas, para vincular a Bosnia como un actor central del terrorismo internacional.

Sitio de Sarajevo

Así, dos procesos serían recurrentes en esta guerra, los cercos que buscaban generalizar el hambre y el uso de la violación como arma de guerra, lo que llevó a que entre 20.000 y 44.000 mujeres bosnias musulmanas fueran violadas repetidamente por las fuerzas serbias cristianas hasta que quedaran embarazadas. Este fue un acto dirigido a doblegar la voluntad de resistencia de los bosnios y complementar el genocidio de su pueblo, al obligar a las mujeres bosnias musulmanas a llevar el hijo de un serbio, repitiéndose un fenómeno que ya había sido evidenciado en la Segunda Guerra Mundial tras la invasión alemana de la Unión Soviética, la toma de Alemania por el Ejército Rojo, la campaña militar de los Aliados y el accionar de diferentes actores que participaron en la guerra, donde la mujer fue continuamente tratada como botín de guerra y la violación en masa como una herramienta primordial de venganza. En consecuencia, el trato a las mujeres durante las guerras yugoslavas sería tan degradante que por primera vez la violación fuese reconocida como un arma de guerra, dirigida a cristalizar procesos de limpieza étnica y genocidio sobre los pueblos que se ven involucrados en un conflicto.

Violaciones masivas en Bosnia

Otro episodio infame durante la Guerra de Bosnia sería el genocidio de Srebrenica, donde unos 8.000 musulmanes fueron asesinados por parte de  fuerzas serbobosnias y elementos del Ejercito Popular Yoguslavo. Lo particular de este suceso fue que ocurrió en una zona anteriormente declarada como segura por la ONU, estando bajo custodia de 400 cascos azules neerlandeses que no pudieron hacer frente a las fuerzas serbias. Ahora bien, en principio se suponía que solo se asesinaría a los varones bosnios musulmanes adultos, pero llegado el momento se masacró incluso a niños, adolescentes y ancianos, con el objetivo de conseguir la limpieza étnica de la ciudad.

Como vemos, la brutalidad de este conflicto respecto al que se vivió entre serbios, croatas y eslovacos, radica en que para que pudiese existir la Gran Serbia debía desaparecer de raíz Bosnia y Herzegovina. Además, a partir de lo ocurrido en este conflicto se puso en tela de juicio cualquier papel de la comunidad internacional entendida como la acción de las potencias occidentales, puesto que tanto en Bosnia y Herzegovina como en Ruanda, Occidente decidió no intervenir a tiempo para evitar un genocidio movido por intereses particulares. Aquello hizo cuestionar a muchos acerca de que tanto era posible separar la universalidad de los valores occidentales, de los intereses de las potencias que dicen defenderlos y promulgarlos. Finalmente, después de más de tres años de asedio sobre Sarajevo si bien no se consolidó una intervención occidental en el conflicto, la presión internacional llevó a que se estableciera una alianza bosnio-croata respaldada indirectamente por Estados Unidos, la cual inclinó la balanza en contra de los serbios y los obligó a iniciar una retirada acelerada.

Consecuencias de la guerra
Masacre de Srebrenica
Bosnia y Herzegovina en la actualidad

En consecuencia, los serbios comenzaron a retroceder y tener que iniciar negociaciones que implicaban el abandono de ciudades conquistadas, no sin antes quemarlas tanto como fuese posible en un acto de tierra arrasada. El objetivo era pues que las ciudades bosnias no fueran habitables y que su población tuviese que reconstruir un país en ruinas, luego de haber sufrido uno de los más grandes genocidios del siglo XX. Aun así, pese a su derrota en Bosnia y Herzegovina los serbios iniciaran un nuevo conflicto en Kosovo, donde ya habían impuesto la religión e idioma de la minoría serbia sobre unas mayorías albanesas-kosovares, las cuales estaban en riesgo de ser víctimas de toda la violencia que se vivió durante el genocidio de Bosnia. A esta situación habría que sumar una profunda crisis económica y un caos absoluto en Albania, lo que provocó una emigración masiva hacia Kosovo e Italia, modificando aún más el equilibrio demográfico entre serbios y albaneses en Kosovo, cuestión que animó a los sectores más radicales del nacionalismo serbio para iniciar una intervención en este territorio. Finalizada la guerra en Kosovo habían muerto o desaparecido 13.535 personas, en un conflicto que duró desde el 1 de enero de 1998 hasta diciembre del 2000. Los civiles serían las principales víctimas de la guerra al perder la vida 10.317 personas, de los cuales 8.676 eran albaneses, 1.196 serbios y 445 romaníes, croatas, serbios, entre otras etnias. 

Bombardeos a Kosovo
Refugiados albaneses en Kosovo

La justificación final para el uso de las armas serbias en Kosovo, vendría de la realización de algunos ataques por parte de insurgentes albaneses a tropas serbias, los cuales fueron contestados con una severidad similar a la de Bosnia, haciendo que fuese imposible para Estados Unidos ignorar el potencial desastre que se podría desencadenar. Como resultado, se ejecutó una intervención estadounidense en territorio serbio, teniendo como punto de partida el ataque a la estación de televisión del país, con el fin de que Milosevic perdiera el ímpetu de la propaganda que alentaba su ideología nacionalista. Aun así, la efectividad de estos bombardeos fue cuestionada por los grandes daños colaterales ocasionados durante los cerca de 38.000 bombardeos sobre Kosovo y Serbia, los cuales implicaron la muerte de 2.500 personas, el ataque a refugiados kosovares y manifestantes antiguerra serbios, el bombardeo de la embajada china (causando la muerte de tres corresponsales) y una amplia devastación de la infraestructura Serbia. Pese a todo, después de este giro en los acontecimientos el poder de Milosevic se vio seriamente afectado, mucho más después de la amenaza de llevar a cabo un bloqueo comercial sobre el país, dinámicas que llevaron a la entrega de Milosevic para ser juzgado en un tribunal internacional. No obstante, hasta el día de hoy Milosevic es objeto de al menos dos interpretaciones (aunque no pudo ser juzgado por crímenes de guerra debido a su muerte prematura por un infarto), la de ser el héroe y defensor del nacionalismo serbio y la de ser el mayor genocida que vio alguna vez los Balcanes.

Bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia
Propaganda anti OTAN en Serbia

Al final, luego del sueño colectivo de la Gran Serbia y los brutales actos de violencia cometidos en los Balcanes, Serbia quedaría despedazada, estigmatizada y aislada del sistema internacional, teniendo que iniciar una costosa reconstrucción que incluía la paz con sus vecinos. No obstante, los fantasmas del pasado aún no han desaparecido pues el estatus de Kosovo no está definido, siendo posible que se reaviven viejas heridas con la propuesta de anexión de Kosovo a Albania y el resurgimiento de un nacionalismo radical que reivindique a Kosovo como la cuna de Serbia. A efectos prácticos las huellas del pasado no se pueden borrar por decreto y los deseos de revancha siempre pueden ser capitalizados por las personas correctas, habrá que ver cómo evoluciona la política de la región luego de la guerra que se está llevando a cabo en Ucrania, pues los deseos rusos de proyectar su influencia internacional tras la posguerra, serán vitales para determinar que sucederá con el movimiento independentista serbio en Bosnia y las aspiraciones geopolíticas de Serbia, siendo estos escenarios que potencialmente podrían convertir a la región en el nuevo polvorín de Europa. 

Reclamos serbios sobre Kosovo
Percepción acerca de la disolución de Yugoslavia
Fin de la idea de Yugoslavia
Disolución de Yugoslavia

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